miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ahogada




Un tiempo ajeno se presta para renovar eficaces instancias de aproximación al deseo. Un deseo ajeno que se impone anegando la libertad para inundar el alma de improbables fantasías de felicidad. Una fantasía que  implora el acercamiento al motor de vida infame. La enajenación que no deja salir la voz porque la ahoga en un mar de excusas innecesarias y remueve cenizas disueltas en río de tinta inborrable. La pérdida de la palabra consustanciada con una ajena ortografía anómala.

No hay comentarios:

Publicar un comentario