miércoles, 5 de octubre de 2016

Cortés y el Emperador, el inicio de una saga.








 

Cortés: el inicio de una saga.

Cortés es un perro, sólo un perro que adquirió ese epíteto tras varias botellas de Merlot y el cierre de una tesis de graduación sobre la conquista española. Cortés Merlot Martínez honra con su porte impetuoso el símil con el que se lo asocia.

Y fuiste tan chiquito que alguna vez creí en tu inocencia. Te presentaste así, sin pedir permiso, imponente en esos treinta o cuarenta centímetros de vida. A los gritos, demostrando autoridad nos dijiste a todos que algún día crecerías para salir al mundo a hacerle frente y dejar atrás la casa paterna. Te creí, creí en tu inocencia y en tu desenvoltura, en tu pecho fuerte, haciendo frente al mundo y con la violencia necesaria de los Conquistadores. Tu llegada signó de renacimiento a la familia. Sabíamos que lo que ese día se unía por el amor no podría desunirse por las diferencias, ni las discusiones, ni siquiera por un par de gritos arrebatados, o un castigo mal dado.

Hoy con tu mayoría de edad todavía el mundo es un lugar incierto, todavía salís desbocado al encuentro de lo nuevo, todavía aullás en las noches de miedo a que toquen un ser querido y demostrás tu desencanto frente a la ausencia. Todavía esperamos tu adultez ansiosamente, recurriendo a las más variadas estrategias: te llevamos de la mano, te enseñamos a moverte, te alimentamos el alma y el cuerpo, te ponemos límites. Creí en ese ser fuerte y respetuoso del nombre que se te imponía, el Conquistador...creo ahora que tu fuerza hará frente al embate de la vida y lograrás tu destino, hijo mío…

Una tarde de verano, en los profusos bosques de Ezeiza, su naturaleza salvaje y violenta se desplegó.

Corrías desbocado esquivando astutamente las barreras que se presentaban a tu ansiosa necesidad de libertad. Las aguas estancadas no eran un impedimento para tu desborde, ansioso, buscando el límite para la osadía, no respetabas llamados ni advertencias. Sudoroso, tus ojos estallaban de felicidad y excitación.

Las fauces agitadas y babosas anticipaban la cruel respuesta. Fue tal la manifestación irreverente de aquella tarde que el entrenamiento se hizo indispensable.  

Cortés, el Emperador

Has vuelto al paraíso que dejaste arrasado y melancólico te muestras frente a una naturaleza desconocida. Te exhibes, pero estratégicamente analizas el modo, el día, el tiempo en que tus fauces demoníacas venguen los espasmos de la autoridad ilusoria de tu dueña.

Cortés, Conquistador desacatado

Cortés, el Conquistador, mostró sus prácticas de empalamiento apenas se intentó domesticar su rebeldía reconcentrada. Así como el Rey había advertido a su homónimo (que no estaba autorizado a la conquista y aquél desoyendo las órdenes salió a la matanza de los dueños de la tierra), vos bestia desacatada mordés la mano de quien te da de comer pretendiendo apropiarte de lo que no es tuyo. Perruno del demonio, elegido está tu destino en tu nombre. ¡¡Cuidaos de las represalias de la Reina cuando decidas volver al hogar!![1]