miércoles, 30 de noviembre de 2011

ANSIEDAD, escritura naif


Ver pasar el mundo tras veinte años de dar vueltas alrededor de los mismos bancos, viendo envejecer a los sabios y proliferar juventudes, asistiendo a la polémica deconstrucción de las normas y vuelta a lo viejo... Marxistas, lenilistas, socialistas, izquierdistas, anarquistas, nihilistas, sofistas, gramcianos, troskistas, los sin techos, los burgueses, los clasistas, la franja morada y la mariátegui. Mariátegui que te rompe la cabeza en Lit. Latinoamericana y Ferro que te la vuelve a romper con Cortázar y Walsh. 
Primeros días de Facultad allá por 1991. Marx y Smith, economía en Ciudad Universitaria y la sensación de ¡¿qué estoy haciendo acá?!. La tozudez de no perder el lugar y empezar a meter materias. Final libre de Sociedad y Estado y ¡ya estamos dentro de la carrera! . Hasta me di el lujo de dar clases de semiología a una compañerita que quería entrar a Historia y se la había llevado a final. Qué caradura, pero en fin, gran materia  Semiología, esas que te enseñan a pensar y ver más allá de lo que los signos representan. Filosofía, otro pasito, estudiar casi de memoria a Decartes y Sócrates para el parcial, hermosa nota. Entrar de cabeza en las literaturas, pelear mil veces con las clásicas. He perdido la cuenta de cuantas veces cursé Latín y Griego para poder meter dos niveles requeridos. Hasta Kovacci fue mi profesora. Usaba un guante de látex porque la tiza le hacía mal y recibía las risas burlonas de los imberbes. Literatura Latinoamericana II y conocer los autores contemporáneos, las luchas feministas, los problemas martinianos tan actuales. Siempre corriendo, durmiendo en alguna clase que se extendía hasta las 23... pero siempre obsesiva con las lecturas, TODO leído.
Parate de diez años, muchas materias aprobadas sin final perdidas, casi diez. Volver, ¡gracias a la UBA! Volver, gracias, gracias, mil gracias, para poder retomar lo pendiente, terminar los sueños. 
Ver pasar los años desde un lugar, plantada allí moviéndose lentamente...
En fin, ahora cerca del fin, el abismo ¿y más allá? El más acá que nunca. 

martes, 29 de noviembre de 2011

MEDIO PAN Y UN LIBRO



Alocución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, laprimera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?.

¡Libros! ¡Libros! (MÚSICA, MÚSICA!!)... Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

El árbol de la vida



Descubrir que no hay nada profundo en algo tan simple como vivir...¿ En qué demonios pensabas cuándo buscabas relaciones perturbadoras en el amor de los padres, entre hermanos o en las diferencias sutiles que nos hacen pertenecer al género en el cual nos sentimos cómodos?. Pensar que mi alma puede trascender por pretender encontrar en el otro aquello que no pude construir en lo propio...Un padre sin dejar ver sus miserias para marcar el espacio recto del deber ser, aquel que no habilita el juego que está más allá de su inocencia, ese que espera temiendo lo improbable. La lucha de poder del sexo jugada en la arena secreta del eros compartido. Una mujer como trofeo y la anulación de la afrodita por la entrega irresoluta entre el rey padre y los vasallos incomprendidos. La lucha de la Naturaleza que se muestra irreconciliable con la gracia del ser divino que nos entrega el poder mágico de la Vida. Un espectador, un sueño, una vida de madre conflictuada, de hija renegada, de mujer rebelada. El final, la nada.
Los hijos y la inmortalidad: el universo cíclico.  

domingo, 20 de noviembre de 2011

ENTENDIMIENTO ABSURDO


domingo, 13 de noviembre de 2011
06:29 a.m.
Despertar descubriendo el asesinato una vez más. Dar  vueltas en la cama sin entender porque una y otra noche los recuerdos terroríficos de un pasado remoto asombraban el despertar de un día radiante de sol, de un día brillante como todos donde no era necesario una imagen funesta que viniera a destruir el paraíso  encantado. Entender… cómo, ¿entender? . Pero si es tan claro como mirar para qué lado está la boquita….
-Fijate el mayor se come al menor…
Si es verdad, el mayor se como al menor y este nunca más podrá renacer. Era tan claro como cuando la efe de la bolsa de agua tenía un estilo recargado, de letra gótica impresa y la maestra me había enseñado insistentemente como se hacia la efe. Esa no era una efe, no la podía ver, no la reconocía y era clarísima. Entender, tan claro como descubrir el desasosiego de  la soledad. Entender que lo soñado no puede ser, como no puede ser lo deseado.
Despertar para entender que romper cráneos, derramar sesos, putear y desalojar recuerdos puede ser un trabajo nocturno un tanto insalubre.

Despertar para cambiar lo propio y cambiar lo ajeno .



VERGONZOSA MATRIZ OCULTISTA


domingo, 13 de noviembre de 2011
06:43 a.m.

Salió a la vida con el dilema de los sufridos, la imposibilidad del deseo.  Falta tiempo para pensar cuando la búsqueda del ser deja el ideal adolescente para sumergirse en el patetismo de la adultez resignadora y resignada de buscar el sueño. Cansada de pesadillas se revuelve entre los viejos trastos de la luz enceguecedora de la infancia.
Los chicos se encuentran, cuarentones y perdidos de esperanza, para recordar el idílico espacio de la vida cuando eran todo potencia. Algunos frente a la delincuencia acechante, otros remilgados proyectores  de  las elocuentes demandas del mercado. Aquí, solo el deseo del encuentro porque encontrar al otro alivia el destino autoproclamado, porque en el encuentro recupera el mundo, el paraíso perdido en los fiascos de la lucha diaria, porque al encontrarse renueva el deseo de la lucha ausente.
Vuelve, el deseo, aunque es tan corrupto que no se desnuda, no alcanza  a denostar la muerte porque ella, próxima y ausente te remeda.
Vergonzosa, vergonzoso, se relame en la escena de fantasmas nocturnos.