sábado, 31 de diciembre de 2022

"Sangre matancera" "Recuerdos" "Riacho proletario" "Dejaré" "Verba dicendi" Festival de poesía de Boedo.







Verba dicendi

Sopesar el tránsito de la vida transcurrida

Evaluar el encanto de los días, abstraída

transmitir el incitar emociones, eclipsada

intuir el infinito que despliega tu mirada.

Olvidar el vacío de los días congelados

Presentir los encuentros de momentos añorados                             

Cancelar el fastidio con palabras anegadas

lisonjear la existencia, denunciar la acción ponderada.

Terciar el verbo que lastime la coraza,

Vaticinar el mar en silencio, adular la nada soterrada.

alardear de poesía acreditada.

Acertar a pregonar conclusiones imaginadas

Declarar lo incierto, acciones preconizadas

Engendrar mutismo, mascullar la queja

            la fémina ruega, objetar conciencia.

Dejaré

Dejaré este tiempo de rencores,

este afán obsecuente del dolor y la tristeza.

Dejaré mi cuerpo librado a sus humores,

al deseo y las noches satisfechas.

Dejaré que me amen, que me odien y me entiendan

solamente siendo ajena al sufrir que me alimenta.

Dejaré de esperar que la vida me sorprenda

que no sirven fantasías para el alma que aqueja.

Dejaré esta vil alianza con la impotencia

en memorias dibujadas en cursiva que se añeja.

Dejaré fluir la pluma y los dedos que teclean

pensamientos que suspiran, que saben que se destierran.

Dejaré que las miradas fraternales me enternezcan

y el encuentro de las voces diga fin a mis miserias.

Dejaré el rencor anidado que sopesa

Una bola de juicios enquistados se renueva.

Dejaré un espacio para el rictus cotidiano

de no proyectar mis días venideros ni ajenos.

Y la maternal discordancia de los hechos

Asolada de este cinismo funesto, dejaré.

Riacho proletario

La limpieza del riachuelo es estanco de los sueños,

El burgués de cara al río, el pobre de espaldas al tiempo.

 Fluye curso de emociones, bronca acumulada, el deseo:

De meter las patas y arañar con furia el pringoso agujero

Navegamos podredumbre, el potaje maloliente del trabajo,

el disfrute de los pobres, frescos humedales de fracasos.  

Violentado el espacio, ese bosque y ese río vulnerado …

tan próximo a los goces expropiado, aquel curso natural idealizado.

Riachuelo que emerges y te construyes, con el limo acumulado de los huesos,

Es tu margen de pañales y botellas, el resabio de la vida, la protesta

A un costado marginal del ser urbano, la mirada apartada matancera.  

De los campos conocidos por los Quilmes

un vestigio que recuerda solo queda,

ya no es la esencia que sería ¿quién podría conocerla?

sólo la feroz embestida de la defensa.

¿Habría de ser tu materia, el desecho del sudor del obrero

el producto de su sangre hecha fábrica, los despojos de sus sueños,

los residuos del consumo que anhelas, desperdicios extranjeros?

Recuerdos

                                                     A Juan Carlos Martínez.

Tu porte frente al espejo, brocha en mano dibujando la paciencia.

El elogio a flor del pecho, torso erguido y el encanto

en la palabra el aliento, en mi mirada el perdón a aquel soneto.

Y el elogio desmedido, a los artistas que aún no fueron.

Dulce guía de los destinos, trabajador incansable del verbo,

buscando la voz exacta que diera voz al obrero…

Gestor de la cultura independiente, solitario,

 fuerza autónoma, vehículo de escritores en proceso.

 De pintores su mecenas, antólogo de lo incierto.

Ediciones colectivas, mancomunando el deseo,

la voz del coplero te revive en sus raíces de tierra adentro.

En ese afán de explorar virtudes en aquel bodegón de 1900

pergeñaste colecciones que exploran la dote del verso,

el trabajo del artista modelaste, sin eclipsar los sueños,

 sin dilapidar antojos lograr trascender el momento.

Te seguimos extrañando, tu presencia se hace pueblo

los poetas hoy presentes hacen firme el recuerdo

es Santiago que te llora y tus hijos que añorando

 van transitando el tiempo.

Ganamos vida en la vida,

En este sótano germinado de musas,

Hoy con vos me encuentro. 

 

Sangre matancera

 

En la margen del riachuelo suburbano

los pañales, la cerveza y las bolsas

la basura del consumo cotidiano

el desecho monetario de la industria

y los puestos de verdura improvisados

se acumulan en desidia infructuosa.

Delicia la del pobre que en el agua estanca

al calor del charco pantanoso.

chapotea en el espejo amarronado

con la sorpresa de pisar un vidrio roto.

Barroso cauce que refleja el moaré

el Brillo del sol perpetrando la oscuridad:

un chupete se enrosca en el pulgar.

Come los pliegues una hambrienta barracuda

entre los dedos de una infancia desnutrida

En el limo pringoso que se cuela anida

Los votos, el reclamo, la injusticia,

la sangre del pueblo matancero

¡hoy no se calla y recrimina!

 

Biografía. 

Karina Piriz es Licenciada en Letras (UBA). Se desempeña hace 29 años como docente en diferentes niveles educativos. Desde 2016 ha sido seleccionada en diversas colecciones literarias en Argentina y España. Es parte del Colectivo Autores de La Matanza, participa del Taller literario Experiencia Letras y es Miembro activo del Grupo de Trabajo de Escritores internacionales “Juntos por las Letras”. Último libro publicado en Ediciones del Parque, Tucumán “Confluencia literaria. Tomo VII” presentado en la Ronda de lecturas en la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno” (CABA), Feria del libro de Bs. As. y Café Tortoni. Primer premio en X Concurso Poético-artístico Internacional UPF Argentina 2021-2022. Publicada en Antología "La Matanza en Letras" y 11° Antología de poemas y relatos. Colectivo Autores de La Matanza.

 


Convocatoria literaria Instituto de Cultura de la Pcia. de Bs. As. "El escenario"



El escenario

                                                             A la memoria de Antonio Gerardo Lucente

El Tony comenzó a dar clases cuando aún no se había recibido. En aquellos años la falta de docentes era pasmosa. Podían pasar meses hasta que se designaba un docente para esas escuelas perdidas en los barrios que se iban formando en el conurbano bonaerense. El Tony estaba entusiasmado. Tenía ganas de empezar, poner en práctica lo que había aprendido en la Escuela Normal y poner en juego su experiencia como maestro de educación popular de adultos. No debe ser tan diferente enseñar a leer y escribir, cambiarán los temas, pero al momento de unir las vocales con las consonantes debe ser lo mismo. Cuando llegó ese primer día de clases, los vagones que oficiaban por aulas lo recibieron con la alegría con la que se recibe al maestro nuevo.

Cruzó el campo pisando la escarcha que iba crujiendo bajo sus pies. El sol asomaba lentamente, recrudeciendo el frío matinal que calaba los huesos de la mañana. Al bajar del 620 descubrió que la maestra que dormía acurrucada en el último asiento del fondo, junto a la puerta, iba para la misma escuela que él. Intercambiaron unas sonrisas tímidas y el Tony aprovechó para entablar unas palabras cordiales. ¡Qué fría mañana, está más frío cuando amanece que a la noche! Mary, curiosa, se animó a preguntarle si iba para la escuela. El guardapolvo blanco ya los había delatado y mancomunado en una experiencia compartida que no dejaba lugar a dudas. Transitar desde temprano los barrios del conurbano bonaerense, cruzar el campo poblado de neblina, llegar a tiempo para preparar el mate, comer unas tostadas y arrancar la jornada.

Cuando llegaron a la puerta de la escuela ya se conocían. Él venía de Mataderos para hacer una suplencia como maestro de adultos. Mary era la Directora. Tendría un grupo de alumnos, en su mayoría hombres jóvenes que habían venido de las provincias del norte en busca de trabajo. Algunos ya habían traído a sus familias y se habían asentado en los terrenos fiscales que rodaban a la escuela en González Catán. El Tony se concentró en enseñarles a leer y escribir, pensando en esos alumnos que querían conseguir laburo en la zona oeste. Todos soñaban con entrar en Crysler, en Textil Oeste, en la fábrica de Yelmo. Las metalúrgicas eran las que mejor pagaban y los muchachos sabían que tendrían mejores oportunidades si tenían la primaria hecha. El Tony los ayudaba con la búsqueda laboral. Les traía el Clarín todos los días y a partir del diario se entregaba a la tarea de alfabetización. El mate circulaba de mano en mano mientras leían las tapas. Las noticias sobrevolaban la proscripción del peronismo y un manto de esperanza unía al maestro con sus alumnos. Tal vez, con la vuelta de Perón, nos vaya mejor, podremos tener mejores sueldos, traeré a mi vieja de Misiones y hasta podré hacerme la casita comprando de a poco los ladrillos, decían los muchachos. La hiperinflación no daba tregua: lo que valía la arena a la mañana, cuando llegaba el camión había que pagar la diferencia, ya   había subido un 30% más. El Tony conversaba estas cosas y algunas más con sus alumnos: sobre los trabajos; sobre cómo no les quedaba otra que hacer todos laburos en negro; sobre los derechos de los trabajadores que tanto habían conocido generaciones anteriores, en pleno auge del peronismo; sobre lo mal que estaba todo, incluso sobre la persecución a trabajadores en la Mercedes Benz. Todos conocían la anécdota del delegado que se fue de viaje teniendo un laburo en blanco, familia y casa en Virrey del Pino. Por supuesto nadie la creía, pero el Tony no estaba dispuesto a renunciar a sus convicciones. Su trabajo de maestro le marcaba ciertos principios: ayudar al otro a progresar con las herramientas del conocimiento y la lucha. ¿De qué sirve saber cosas si después cuando tenés que pelear por tus derechos te mandan al carajo o terminás en una zanja?

Así entre mate y tapa de Clarín pasaban los días en la escuela de vagones. Debido al crecimiento de la población en la zona, los vecinos se habían organizado para pedir que se hiciera una escuela. Lograron tras muchas notas ser recibidos por el Coronel que instaló aquellas curiosas aulas y comenzaron a proyectar el edificio. Habían pasado muchos años y continuaban dando clases en los vagones, Mary estaba harta. Tenía a su cargo a los niños, un grupo heterogéneo de chiquilines y jóvenes a los que a veces mandaba a leer con el Tony. Tenía miedo, no quería que el maestro estimulara en los adolescentes el espíritu del peronismo y mucho menos el de la lucha armada. Ya le había advertido que se dejara de joder con los alumnos porque todos sabemos que vas a terminar mal si seguís así. El Tony lo sabía, por algo se tomaba dos colectivos para llegar a aquella escuelita perdida en medio del conurbano. Ya no entraban en aquellas cápsulas varadas en medio del campo y fue cuestión de tiempo para que se corriera la voz y los vecinos perdieran la paciencia. El edificio venía avanzando, tanto que por las noches se escuchaban camiones descargar. El predio de la escuela no tenía moradores linderos, así que nunca pudieron verificar qué se descargaba, pero si se sentía el transitar de vehículos por la calle principal. De buenas a primeras, en medio del esperanzado arribo de Perón, y a meses de cumplirse los diez años de creación de la escuela, la barriada decidió tomar el edificio a medio construir e inaugurar el uso de las aulas. Coincidió con la vuelta de la democracia y la esperanza de que con Perón al poder todo mejoraría. En febrero los camiones dejaron de entrar, aún no entendían por qué, pero el movimiento había aminorado. Por supuesto, Mary estaba en contra de la toma, mientras que el Tony lo disfrutaba como aquella vez que fue con su papá a la plaza a pedir por Perón y él también había metido las patas en la fuente. El 25 de mayo hicieron el acto y festejaron la patria por partida doble, “Cámpora al poder” y la escuela en manos de la comunidad.

La escuela creada en 1963 ya era la escuela del barrio. Tenía toda la impronta “militar”. Una construcción robusta, de paredes de ladrillos por dentro y por fuera. Nunca lograron revocar las paredes dentro de las aulas, así que por años mantuvo su aspecto original. Dispuestas en tres módulos, las aulas tenían una simetría escabrosa. Nadie entendía muy bien si eso era una escuela o había sido construido con otro propósito. Llamaba la atención las amplias puertas de dos hojas que abrían paso a las tres aulas instauradas en los vértices de un cuadrado que oficiaba de patio. Lo más curioso es que el patio estaba en altura. A un metro y medio del piso, el cuadrado con gradas era el patio y el escenario central.  Se accedía a allí, por unas escaleritas que se ubicaban dos a cada lado del cuadrado, del lado izquierdo y derecho respectivamente. Así, en los días de actos escolares todos subían los quince escalones y allí se presentaban los números escolares rodeados por las gradas que coronaban el curioso escenario.  Debajo del escenario no había nada, ningún acceso, ni puerta a un sector de guardado (como solía hacerse). Debajo del escenario no había nada. Era un bloque de cemento.

En los años que siguieron el Tony y Mary trabajaron mucho y la escuela fue creciendo. Cada vez había más pibes, los alumnos adultos fueron egresando, consiguiendo laburos más o menos, pero siempre confiando en que estudiar era el camino para el progreso. Llegaron otros maestros y pasó una década. El Tony fue el delegado, de hecho, el encargado de ir a ablandarla a Mary cada vez que había un problema con los otros maestros. Él la conocía hacía tantos años… habían pasado tantas cosas juntos… Ella había perdido a su compañero hacía pocos. Mary no habló del tema, ni dio detalles. Un día faltó y al siguiente se enteraron de que su esposo había fallecido. No hubo velorio, ni siquiera pudieron juntar unos mangos para la corona. Así, entre bambalinas, el esposo de Mary había desaparecido y ella se refugiaba en la escuela cada vez más. Llegaba a la mañana y no se iba hasta que vinieran a buscar al último pibe. Allí pasaba los días anestesiada. El Tony, a su vez, se puso de novio y se casó. Andaba contento, haciendo chistes sobre cómo tenía pensado ampliar la familia. Juntos festejaron los 15 años de la escuela “Remolcador A.R.A Guaraní” ya no con la alegría que significó el aniversario anterior, sino con la tristeza de tiempos oscuros que se pronosticaban. Ambos habían vivido las duras represiones de los gobiernos militares del 55 al 73, sabían lo que se avenía y ya era hora de retirarse. Mary, angustiada por su pérdida años atrás, tomó partido por jubilarse. El Tony se puso al hombro la escuela, todavía le faltaban muchos años de carrera y tenía una familia para mantener. El 23 de mayo de 1977, Tony no estuvo para decir el discurso por el día de la Revolución de Mayo y cumpleaños de la escuela.   El primer día de clases del año 1978 se dio inicio al ciclo lectivo sin directivos.

Los años transcurrieron y en la actualidad la escuela sigue siendo ese edificio tan estrambótico que era. Con el advenimiento de la democracia, las historias truculentas en relación con la construcción de la escuela fueron creciendo. El barrio sigue reclamando que venga el equipo argentino de antropología forense, que venga y excave, bajo la enorme, fría y pesada losa de cemento, el escenario. Hace pocos días se conmemoró con un acto en la sede del Suteba recordando a todos los maestros matanceros desaparecidos por la última dictadura cívico-militar.

 

                                                                                                                 Locuaz mudez


Biblioteca Nacional

 Confluencia literaria VII (en este enlace podés leer los textos que forman parte de la Antología)








miércoles, 10 de agosto de 2022

Ana Consuelo (México) Ramón de la Cruz (Colombia) Karina Piriz (Argentina)

 

Ana Consuelo (Pintora) Karina Piriz (Poeta)


Ausencia

En la inservible saciedad del ser, la nada denota sus encantos fútiles y la vida se se somete a las instituciones. Encanto mortal que aleja la salida para encontrar el infierno más cercano, el propio, la quietud e inoperancia, revolcarse en el dolor para justificar la muerte, hacerse un ovillo reconcentrado, para querer volver a nacer...

                                                                     Procrear.

Crear una vida se aleja del lazo incondicional de amor. Los une el débito constante que se genera entre la nada y la existencia del ser. Cuando la luz amenaza ese instante de excitación brutal se instala la deuda absurda del neonato, eterna paga maltrecha que se extiende como un cáncer, para llegar al final de los días sintiendo que jamás fue saldada, que los que nos preceden, cual la malaria, arrastran el crédito atroz.

Podes elegir el instante suicida de creer que al procrear el lazo será tan fuerte como para unir las huellas rotas generadas por la pérdida del no ser. Sólo podemos ser para poder hablar de esto, pero ser implica quedar sujeto a las constricciones indeseables y al total alejamiento del amor que renuncia a todo débito-haber. Quedamos incomprendidos, enorgullecidos… Curioso regalo del amor que reniega toda deuda. 



Entendimiento absurdo

Los chicos perdidos en la adultez se encuentran. Reunión de egresados de primaria y en un día, la vida. Cuarentones vacíos de esperanza recuerdan el idílico espacio de la vida cuando eran toda potencia. Algunos frente a la delincuencia acechante de los pobres, otros remilgados proyectores de las elocuentes demandas del mercado. Aquí, sólo el deseo de encontrar al otro alivia el destino autoproclamado, porque en el reencuentro se recupera el mundo, el paraíso perdido en los fiascos de la lucha diaria; porque al encontrarse renueva el deseo de la lucha ausente.

Vuelve, el deseo, aunque es tan corrupto que no se desnuda, no alcanza a denostar la muerte porque ella, próxima y ausente te remeda.

 

                                                                                             

Los hijos y la inmortalidad: el universo cíclico.

Descubrir que no hay nada profundo en algo tan simple como vivir. ¿En qué demonios pensabas cuándo buscabas relaciones de amor perturbadoras?  Madres subrogadas, homoparentales, esperma donado: diferencias sutiles nos hacen pertenecer al género en el que nos sentimos cómodos. Pensar que el alma puede trascender por pretender encontrar en el otro aquello que no puede construir en lo propio: un padre sin dejar ver sus miserias marca el espacio recto del deber ser, aquel que no habilita el juego más allá de su inocencia, ese que espera temiendo lo improbable. La lucha de poder del sexo jugada en la arena secreta del eros compartido. Una mujer como trofeo y la anulación de la Afrodita por la entrega irresoluta entre el rey padre y los vasallos incomprendidos. La lucha de la Naturaleza que se muestra irreconciliable con la gracia del ser divino nos entrega el poder mágico de la Vida. Un espectador, un sueño, una madre conflictuada, una hija renegada, una mujer rebelada. El final, la nada. 

 

Ramón de la Cruz (Pintor) Karina Piriz (Poeta)

Después de ser bastardeado por numerosos imberbes, desconocedores ignorantes de las máximas virtudes de semejante máquina; tras ser vapuleado por la ignorancia y el descrédito de una clase social acomodada que prefiere el pago ceremonial de la cuota usuraria a las grandes empresas internacionales, para acceder al objeto fálico que lo hará sentir más hombre; después de haber soportado la injuria falaz de la decena de burgueses aburridos que salen de paseo a ver si logran sacar una tajada más de provecho en el reparto de la acumulación capitalista -aquellos que con la panza llena de vino y asado de un domingo entretienen sus mentes aburridas y su necesidad de seguir consumiendo- "y vamos a ver un auto..." ¡NO ES UN AUTO, es EL AUTO! Al fin, al caer la noche de un domingo las buenas y nobles manos de un trabajador, te reciben agradecido.

Navega

Navega mi alma la inmortalidad de los sueños

no vividos, no esperados, no deseados.

Insatisfacción que me renace, ¿qué es vivir?:

            El navegante incierto, la marea

Que sacude las ideas, y las penas…

El oleaje de lo incierto y el ritmo atento.

No me dejo llevar por el inmenso

mar de lágrimas, más intenso

y el delirio de creerse en el desierto.


Stunt

Cuando desfallecen las fuerzas y arrecia el desencanto es la puja de tu entusiasmo arrollador que me devuelve la voluntad robada. Cuando mi búsqueda de aventuras nuevas no encuentra adhesiones son tus ideas alocadas que renuevan la fantasía. Cuando las lecturas enajenaron mi alma son tus cuentos pueriles los que refrescan mi mirada.  Cuando la valentía para enfrentar la vida se desmorona son tus lanzados bracitos al vacío que advierten la cobardía. Cuando la memoria intenta borrar las emociones son tus años de amor que nos recuerda el nacer de una familia.



Insomnio

El brillo ancestral anticipó los funestos acontecimientos a los cuales arribaron tras largas décadas de desazón, desencuentros, malentendidos y desavenencias. La luz de la vida fue extinta en el ocaso de experiencias obstruidas, deseos insatisfechos, ilusiones perdidas. La matriz del amor entrañable, el pecho dulce, el calor de arrumacos maternales se desvanece y flota en el aura de las velas...

 

Karina Piriz (escritora). Edy Posso, Ana Cosuelo, Ramón de la Cruz (pintores)



 Edy Posso (pintor) Karina Piriz (escritora)

La creación


 

Un camino guía la pérdida de los sentidos y brota la creación. ¿La pérdida de los sentidos nos hará más sabios? En la década ingrata en que la vista no responde cómo quisiéramos es el avance del sentir lo que mueve el deseo de crear. La espalda baja deja entrever sus dolores y te hace entender que ni simbólico ni fáctico puedes seguir cargando la mochila. En esos momentos te paras frente a tus hijos adultos que te hacen ver  lo terrible de no haber cumplido tus sueños y ser consecuente con lo que  piensas, en esos momentos, en que descubres que no eras quien creías ser en una película, en el afán  inconstante de proponerte  ser aquello que dejaste en un cajón para tiempos mejores, en el momento en que te encuentras  mirando I-sat  "antes del amanecer" y en el medio de la   película cool,  descubres la banalidad de estar escribiendo esto, allí  ves lo trivial, en que te ha  convertido el mundo desde el día que decidiste salir a conquistarlo. Hubieras querido fijar el día histórico en que quistaste el velo, el mundo estaba allí para ser vivido, nada iba a suceder si no lo decidías. Hoy te encuentras responsable: una creación de veinticuatro años es por ti. Cocina y atiende sus seres queridos con el desborde mamado de un ser desbordado. ¿Por qué no pudo absorber la necesidad de trascendencia y virtuosidad que te esfuerzas en conquistar?    Tal vez porque la realidad es que nunca estuvo. Nunca te invadió como hubieras querido y entonces nunca, jamás, pudo transmitirse. Tan sólo dispersas las imágenes de desmesura y necesidad de absorber ....

El creador


¿Cuánto menos se depende de lo sensorial vamos camino a las ideas?  ¡Si Platón avalara mi idea del ser!... Alejado de lo sensorial logras ver la IDEA. Como universo de lo abstracto te converges para encontrarte en el espacio donde se conjuga el ser con la acción: no quiero ver porque poco puede aportarme el mundo lo que mi alma necesita, reflexionar para crecer, no quiero escuchar porque solo ruidos y palabras vanas invaden y perturban mi ser, no quiero sentir más que la mochila que recarga mi espalda con el karma es parte de una historia del desarraigo y desesperanza. No quiero vivir porque la suma de todo lo vivido está concluida.  Mucha falta por pagar y me ha tocado una cuota onerosa. Déjame impartir los pagos substanciales  obviando la esencia de mi pobre alma menesterosa

 

Las cicatrices en el  instrumento la creación









 

Encontrar el espacio para ser. ¿Cómo desatar el encuentro de mi alma con mi felicidad? Y las palabras no se agolpan, no fluyen como sucedía en la adolescencia. No hay necesidad de contar nada al mundo, ni de inventar ninguna historia porque ya todas las historias han sido contadas, pero sí surge la necesidad de combinar las palabras, buscar la imagen risueña, el cantar de las sílabas que me acerquen a un sentido sin sentido cósmico-cómico de la creación. Obligarme a instaurar ese espacio de la rutina de la escritura es obligarme a encontrarme y enfrentarme.

Poder creador de la mujer

 


Yo voy a poder. Voy a poder liberarme de mis ataduras para no depender de vos. Voy a poder encontrar mi camino para no transitar eternamente los desvaríos por los cuales andas y desandas. Inquieto e inconstante te debatís buscando tu espacio que parece estar en el cosmos y no aquí en la tierra junto a mí. No te alcanza mi entrega, no te alcanzó que te haya entregado mi juventud, mi instinto materno ni mi vida. No te alcanza, vas en búsqueda de algo más, no sé qué es, me interesa poder dártelo... en el afán perverso de darte todo, por qué habría yo de cubrirlo. Yo puedo, yo puedo salir de este dilema para buscar los propios...No tengo preguntas jamás, solo tengo afirmaciones falsas. Saber si estas palabras tienen tal vez algún sentido, inservibles, montañas de palabras tiradas a la basura. Inservibles, la palabra inservible...solo queda lo que sé: yo puedo. Puedo sostener esta rutina de dar vueltas, palabras vacías que irresistiblemente se afanan en salir. Yo puedo, cerrarte la conciencia y decidir qué dirá el pensamiento cuando logre alejarse de la palabra idiota. ¡Callad! ¡Inservible!  callad al instante para dejar lugar al raciocinio. Yo puedo hacer callar el alma para ocultarme tras las palabras. Yo puedo renunciar a tu amor y reanudar mi vida tras veinte años de pensarlo... yo puedo creer que me amas y todo puede cambiar en un segundo como si siempre nos amáramos como si nada de todo lo dicho tuviera sentido. Yo puedo ordenar mi vida en una rutina milimétrica que me tenga por protagonista, sin sufrir el desamparo de tener que lidiar conmigo, mi pensamiento errante. Yo puedo establecer la dinámica de la jornada laboriosa, el ejercicio físico intenso, la lectura aplicada y un poco de catarsis ocasional en expresiones autistas. Yo no puedo encontrar mi alma. No puedo dejar impregnado de emoción el momento en que mi ausencia te sorprenda. No puedo desaparecerme en el deseo sin que ello constituya un intento de castigo premeditado a tu ego. Yo puedo empezar a encontrar la libertad de no pensar en el trivial lugar que ocupo asistiendo a estómagos ofuscados, balances financieros equilibrados y emociones controladas. ¿Yo puedo recuperar el entrañable amigo confidente o deberé nuevamente encontrarlo?

Yo puedo lidiar con el hecho de que no eres mi confidente porque no puedes serlo, porque la mínima muestra de mi alma te deja vulnerable y es un arma que a punto de disparar atenta, finamente, someramente contra el deseo y los juicios, contra la convicción de que YO PUEDO.

No querés ni crees que pueda...

 

 Vivir  mutilando el estado de creación


Al despertar aquella mañana había pasado medio siglo. No era cualquier número, ni un cumpleaños más. Era el momento en que la capacidad de dar vida se venía agotando, el dolor de la mutilación estaba presente y la regularidad menstrual en aquellos últimos treinta y ocho años daba señales de finitud. Los calores la agobiaban a diario, el deseo iba en aumento, pero a veces el cuerpo no acompañaba. El cuerpo y sus cicatrices marcaba el destino hacia otra vida.  

Tres componentes del cóctel que significa vivir: dar vida, el deseo, el fin de la materialidad. Se preguntaba qué haría en los próximos años, que haría que le de felicidad. No había nada por lo cual fantasear solo una idea estricta, rigurosa de trabajo que la hacía mantenerse en estado de vigilia constante. Las obligaciones lograban a la larga rendir los frutos del éxito y por aquel estúpido resarcimiento surgían las motivaciones. Las durezas de estas conclusiones le impedían la escritura, la atormentan a diario porque está presente el slogan de “vive el día a día, el único día que existe es hoy…” Nunca la convenció esa idea publicitaria, aunque el peso de la misma signara sus emociones actuales.  Tras la intervención quirúrgica algunas decisiones había tomado: hoy será un día para ponerse a escribir y dejar de pasear por los perfiles de Facebook, los estados de wasap y las sonrisas de cartón que todos dibujamos frente a la cámara. Ella misma se mira en esos perfiles y aún recuerda los detalles de las fotos tomadas hace 20 años, cuando el auge por estas instantáneas compulsivas comenzó a llenar memorias de celular y poca memoria de la experiencia. Llenamos el celular de momentos, recortes expuestos que esconden la verdad, el sentir, tras una selfie, una pose. Posamos para olvidar quienes somos y nos mostramos como queremos ser, cómo tal vez nunca seamos, como fuimos antes del recorte. Asi llegó a los 50 preguntándose cuándo había pasado el tiempo que sólo había dejado fotografías de haber tenido tres hijos. No recordaba momentos de la crianza más que los que le daba la fotografía. Indagaba en esas sonrisas retratadas al pasar, robadas al instante, en las cuales buscaba la personalidad de aquellos niños, qué pensaban de su mamá, qué podría haber hecho que desatara más momentos como esos, por qué habían sido tan pocos y por qué no podía recordar otros que no estuvieran registrados. Cuando salía de vacaciones los cientos de fotos que tomaba de las cosas más insulsas tenía que ver con el miedo a perder la memoria de lo vivido. Ahora la memoria la llevaba en las marcas en el cuerpo.  Era como si al no estar capturado por la lente no existiera. El documento digital garantizaba la existencia y también denunciaba su falta. Faltaban momentos felices, un recuento de 20 imágenes era la síntesis de una vida. Por otro lado, había momentos que estaban impregnados en la memoria.  

Aquella mañana calurosa de marzo empezabas en la sala de cuatro. En el jardín todos te conocían por tu simpatía y la autonomía que tenías para decirle chau a papá, bajarte del auto con tu hermana, tirar un besito volador y entrar al jardín alegremente. Tu maestra, Lore, te esperaba en la puerta con una sonrisa que invitaba a dejar atrás la autoridad paterna y sumergiste en la frescura de la belleza juvenil y divertirse con los juegos que la seño proponía. Aquella mañana de marzo no fue así y las pruebas han quedado fuertemente plasmadas en mi cuerpo.  

Lo más difícil era lidiar con las noches y la colcha que volaba de un lado a otro de la cama. El aire acondicionado se prende y se apaga a cada rato. No conforma cuando esta encendido y es soporífero el ambiente cuando está apagado.

– Prendé el ventilador para que circule. Apagá el aire. Pará que tengo calor, correte un cachito.

Asi a la una, a las dos, a las tres y a las cinco ya nos vamos levantando porque para seguir dando vueltas mejor irse a tomar unos mates.

Despertar sin sueños. No soñé nada sin embargo me abruma esa sensación de preocupación con la que me despierto. El relojito que marca el ritmo cardíaco dice que el momento de más estrés lo tuve a las tres de la mañana, al despertar abruptamente pensando en el proveedor y la madre citada el día anterior. Me preocupa quién falta el día siguiente, a qué grado deberé ir a dar clases porque la maestra no vino, qué habrá pasado entre Tomás y Lautaro que se agarraron a piñas el día anterior, qué haremos si faltan las milanesas para todos los chicos, qué denunciarán esta semana los padres. Me preocupo igual que me preocupaba en la otra escuela cuando las preguntas eran cómo estaba la nena de primero que terminamos en el servicio local denunciando a los padres por abuso, por qué hacía un mes que no venía Juancito o cómo voy a hacer para darles de comer a 700 con un presupuesto para 300. Siempre mi sueño invadido por el trabajo que no es cualquier trabajo.

Los sueños ausentes no eran solo los nocturnos. Faltaba encontrar el motivo, el camino de proyección para los próximos 50. Buscaba intensamente los espacios para la felicidad. Feliz era en un recital de rock, en el reconocimiento de mis pares, en la necesidad de ser necesitada. Mi amor necesitaba mi amor, mis hijos no tanto. La procreación se dejaba atrás sin nostalgia y sin resabios melancólicos de crianza. No hay necesidad de tener bebés en brazos como les pasa a la mayoría de mis compañeras cincuentonas que apenas se jubilan empiezan a tener el jardín de infantes en su casa. Los hijos creen que mamá ya no tiene nada que hacer y por lo tanto qué mejor para que me cuide la nena. Algunas mujeres no sabremos qué hacer pero seguro es lo que no queremos hacer. Sin embargo, la cultura instalada nos impone lo que debemos hacer y parece un grillete del cual nunca nos podremos desprender.

 Ana Consuelo (Pintora) Karina Piriz (Poeta)

Ausencia

En la inservible saciedad del ser, la nada denota sus encantos fútiles y la vida se se somete a las instituciones. Encanto mortal que aleja la salida para encontrar el infierno más cercano, el propio, la quietud e inoperancia, revolcarse en el dolor para justificar la muerte, hacerse un ovillo reconcentrado, para querer volver a nacer...

                                            Procrear.

Crear una vida se aleja del lazo incondicional de amor. Los une el débito constante que se genera entre la nada y la existencia del ser. Cuando la luz amenaza ese instante de excitación brutal se instala la deuda absurda del neonato, eterna paga maltrecha que se extiende como un cáncer, para llegar al final de los días sintiendo que jamás fue saldada, que los que nos preceden, cual la malaria, arrastran el crédito atroz.

Podes elegir el instante suicida de creer que al procrear el lazo será tan fuerte como para unir las huellas rotas generadas por la pérdida del no ser. Sólo podemos ser para poder hablar de esto, pero ser implica quedar sujeto a las constricciones indeseables y al total alejamiento del amor que renuncia a todo débito-haber. Quedamos incomprendidos, enorgullecidos… Curioso regalo del amor que reniega toda deuda. 

Entendimiento absurdo

Los chicos perdidos en la adultez se encuentran. Reunión de egresados de primaria y en un día, la vida. Cuarentones vacíos de esperanza recuerdan el idílico espacio de la vida cuando eran toda potencia. Algunos frente a la delincuencia acechante de los pobres, otros remilgados proyectores de las elocuentes demandas del mercado. Aquí, sólo el deseo de encontrar al otro alivia el destino autoproclamado, porque en el reencuentro se recupera el mundo, el paraíso perdido en los fiascos de la lucha diaria; porque al encontrarse renueva el deseo de la lucha ausente.

Vuelve, el deseo, aunque es tan corrupto que no se desnuda, no alcanza a denostar la muerte porque ella, próxima y ausente te remeda.

 Los hijos y la inmortalidad: el universo cíclico.

Descubrir que no hay nada profundo en algo tan simple como vivir. ¿En qué demonios pensabas cuándo buscabas relaciones de amor perturbadoras?  Madres subrogadas, homoparentales, esperma donado: diferencias sutiles nos hacen pertenecer al género en el que nos sentimos cómodos. Pensar que el alma puede trascender por pretender encontrar en el otro aquello que no puede construir en lo propio: un padre sin dejar ver sus miserias marca el espacio recto del deber ser, aquel que no habilita el juego más allá de su inocencia, ese que espera temiendo lo improbable. La lucha de poder del sexo jugada en la arena secreta del eros compartido. Una mujer como trofeo y la anulación de la Afrodita por la entrega irresoluta entre el rey padre y los vasallos incomprendidos. La lucha de la Naturaleza que se muestra irreconciliable con la gracia del ser divino nos entrega el poder mágico de la Vida. Un espectador, un sueño, una madre conflictuada, una hija renegada, una mujer rebelada. El final, la nada. 

Ramón de la Cruz (Pintor) Karina Piriz (Poeta)

Después de ser bastardeado por numerosos imberbes, desconocedores ignorantes de las máximas virtudes de semejante máquina; tras ser vapuleado por la ignorancia y el descrédito de una clase social acomodada que prefiere el pago ceremonial de la cuota usuraria a las grandes empresas internacionales, para acceder al objeto fálico que lo hará sentir más hombre; después de haber soportado la injuria falaz de la decena de burgueses aburridos que salen de paseo a ver si logran sacar una tajada más de provecho en el reparto de la acumulación capitalista -aquellos que con la panza llena de vino y asado de un domingo entretienen sus mentes aburridas y su necesidad de seguir consumiendo- "y vamos a ver un auto..." ¡NO ES UN AUTO, es EL AUTO! Al fin, al caer la noche de un domingo las buenas y nobles manos de un trabajador, te reciben agradecido.


Navega

            Navega mi alma 

la inmortalidad de los sueños

no vividos, no esperados, no deseados.

Insatisfacción que me renace, ¿qué es vivir?:

            El navegante incierto, la marea

Que sacude las ideas, y las penas…

El oleaje de lo incierto y el ritmo atento.

No me dejo llevar por el inmenso

mar de lágrimas, más intenso

y el delirio de creerse en el desierto.

 Stunt

Cuando desfallecen las fuerzas y arrecia el desencanto es la puja de tu entusiasmo arrollador que me devuelve la voluntad robada. Cuando mi búsqueda de aventuras nuevas no encuentra adhesiones son tus ideas alocadas que renuevan la fantasía. Cuando las lecturas enajenaron mi alma son tus cuentos pueriles los que refrescan mi mirada.  Cuando la valentía para enfrentar la vida se desmorona son tus lanzados bracitos al vacío que advierten la cobardía. Cuando la memoria intenta borrar las emociones son tus años de amor que nos recuerda el nacer de una familia.

Insomnio

El brillo ancestral anticipó los funestos acontecimientos a los cuales arribaron tras largas décadas de desazón, desencuentros, malentendidos y desavenencias. La luz de la vida fue extinta en el ocaso de experiencias obstruidas, deseos insatisfechos, ilusiones perdidas. La matriz del amor entrañable, el pecho dulce, el calor de arrumacos maternales se desvanece y flota en el aura de las velas...