lunes, 22 de junio de 2015

Escatología.









La necesidad de salir corriendo y encontrar algo que lo anestesie y lo sumerja en un dulce desvarío, o un dolor profundo. Despedir los gases de la podredumbre interna, como quien despide a los muertos con los que carga, como quien se deshace de la materia putrefacta del recuerdo para limpiar los intestinos del alma.  El  malestar físico de hinchazón, de cosa indeseable que puja por salir para terminar de desprenderse del cuerpo que aloja y transmutarse en simple olvido. Un dolor de entrañas que traduzca el dolor incomprensible del ser y no ser por la falta del escarnio. Un dolor espontáneo y natural que se exprese anónimo y fugaz que persista en su acidez maloliente y te diga instantáneamente que todo es una mierda.
Salió a la rutina diaria, al enfrentarse a la falta de sorpresa, a la inmutabilidad de los cuerpos sujetados de dolor y las carencias de contracciones espasmódicas reflejas. Salió contrahecho y constipado a una realidad de mohindades involuntarias.  
La soledad  recubre  atenta y temerosa el silencio.  Oscuros demonios aprovecha a ganar territorio contaminando el cuerpo que está por estallar y ¿cuándo reviente? ¿Qué será del parásito que se aloja y pervierte el deseo, qué será de ese cuerpo destripado y cancerígeno?
Al dar vueltas a la esquina el niño que no fue soltó las riendas de la compostura y la  diarreica imbecilidad se hizo presente como una excusa, como un desafío frente al fantasma.
 Evacuado el atracón de perversiones dejó salir la angustia, creció de golpe para aceptar el hijo que se marchitó, el padre que deseo ser, la mujer que tal vez nunca llegó, el  inalcanzable modelo, el amigo que no conoció. Todo el universo de fantasías absurdas se contrastó con una realidad estática. El ciclo digesto debía continuar y el proceso tomo otro curso: enemas esotéricos una vez por semana.  



martes, 2 de junio de 2015

Vida




La vertiente acaricia la piedra

sufriente del golpeteo incesante.

El cactus fructífero se rebela

y las flores silvestres arremeten.

Los frutos generosos de la tierra

y sus bestias mansas en espera

Tu mirada, mi cuerpo

y el cielo atónito que nos contempla.

Infundada, enfundada de dolor







La tristeza inconcebible del desencanto me obliga a pensar mil veces en aquello que no pudo ser. No pudo ser la armonía del encuentro, ni la alegría de estar juntos. No puedo ser amarse en la felicidad del compartir porque el compartir era demasiado para aquellos que han vivido en la desesperanza y la soledad. No puedo ser el reconciliarse con la vida porque la dureza de los golpes ya habían creado una llaga  demasiado grande pare ser cicatrizada con sutilezas. No pudo ser y pareciera no será porque ya es muy tarde, porque se pasó el tiempo de enseñanza y solo queda el tiempo de lamentos y recuerdo que no están y no se pueden inventar. La esperanza de un nuevo tiempo de olvidos de las miserias siempre esta presente y no llega. Despierto el día para renovar mi compromiso con la vida de llevar un poco de alegría a mi eterna melancolía que me impide pensar en otra cosa que no sea mi maldito sufrimiento. El ser torturado se requiebra y solo  y se deshace en un mar de llantos infundados. Llorar a lágrima viva, llorar hasta desvanecerse, llorar por llorar y que el agua de mis ojos laven las heridas invisibles del quebrantado. El dolor viene de las entrañas sin responder a nada cierto, todo es confuso y caótico, mucho dolor e incertidumbre que apelmaza la energía de estar vivo. Explicar el gran misterio de la tristeza puede ser una tarea fácil cuando enviamos en una aerostático de luz los deseos frustrados a otro espacio, el ajeno, el del pobre lastimero. Y no tengo fuerzas para decir basta, Me quedaría el día completo arrumbado entre las colchas esperando que un espíritu me empuje al mundo. No quiero salir más. Solo quedarme entre las colchas y llorar. Llorar y sacar este dolor de las entrañas para que no vuelva más. Olvidarlo en una esquina de mi alma para decidir el día en que le damos un paseito por la melancolía. Cómo explicar la tristeza frente a una vida de oportunidades,  acá tirada en la cama, como explicar la tristeza infundada. 


That's a question!




Apenas lo digo, apenas lo escribo deja de existir...
Cuál será el poder mágico de la palabra que exorciza los dolores dejando apenas un recuerdo de un mal momento?
Cómo procesa el pensamiento las marcas dejadas por las ideas volátiles del ensueño?
Dónde quedaron las oscuridades recientes plenas del infierno de lo objetable?
A dónde se fue mi alma pura y enérgica a buscar otros placeres?
Por qué es tan difícil concentrar la mente en otros mundos y dejar de ser un enajenado?
Dónde quedó esa joven soñadora que abstraía su cuerpo y mente tras las hojas ficcionadas?
Cuáles son esos temas tan serios que embargan el sentir por el decir?
Qué obligaciones quitan los pensamientos eróticos y los llenan de basura trivial?
Por qué la necesidad de recibir amor nunca se corresponde con igual cantidad de entrega?
Qué me hace tan mísera frente al festejo de estar vivos?
Dónde se oculta mi alma para evitar el enfado de las frustraciones?
Cuáles son los deseos aún no descubiertos que generan la desdicha?
Quién tendrá el poder de decidir cuándo la vida se me entregue en todo su derecho?
Qué limita mi derecho a disfrutar de todo lo conquistado?
Cuándo la herencia pervirtió las tradiciones añoradas?
Qué valores paternos quiero como sustento de mis generaciones?
Qué alimento pernicioso se apoderó de mis entrañas dejando mi espíritu desnutrido?
 Por qué el dejar, el encontrar, el ocultar y el demostrar son sobrevalorados en mi mundo discursivo?
Dónde quedó el sentir, el disfrutar, el vivir, el respirar en la curva de las emociones autoimpuestas?
Qué habrá detrás de las conexiones neuronales que me obligan a solventar estos pensamientos?
Por qué no puedo dejar de pensar y sufrir?

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