SAHAGÚN Y GARCILASO DE LA VEGA



La voz del otro en Historia general de las cosas de la Nueva España de Fray Bernardino de Sahagún e Historia general del Perú del Inca Garcilaso de la Vega

Dar la palabra, incluir la voz del otro no implica poder situarse en otro paradigma de interpretación que no   sea el propio para poder comprender la igualdad y diversidad de los sujetos.
En Sahagún la columna en náhuatl sufre todo un proceso de trasposición lingüística y cultural, una traducción (Johansson, 1999:212). Siguiendo a Ong (1982), reconocemos la inmediatez del discurso oral transcripto: expresiones acumulativas ante que subordinadas, discurso redundante, fluido, empático y participativo, cercano a la experiencia, sin abstracciones. En la trasposición de la oralidad al alfabeto se reproduce los modos de expresivos de enunciación oral que son los que dan testimonio de verdad y tienen un sentido filológico (exclamaciones, preguntas, oraciones cortas, interrogaciones, oraciones dubitativas, repeticiones, deícticos, etc.), no son una construcción ficcional. Ver y oír son verbos privilegiados a la hora de marcar la condición de actores o testigos directos que garantizaban los informantes y otorgaba veracidad a la narración: “Allí se dice en qué forma ordenó Moctecuhzoma cuando hubo oído las palabras, de aquellos que habían visto el barco que primero vino” (p. 761)[1].  La voz del otro constituye casi la materia total del relato salvo cuando el narrador se presenta en el prólogo, aclaraciones entre paréntesis o en los epílogos que encabezan los capítulos.
Observamos que la motivación de carácter lingüístico es lo que prevalece en Sahagún: “allí se dice, según dicen” son expresiones que encabezan los capítulos. Los discursos directo y referido se van imbricando acompañados por una numeración que parece identificar a los diversos informantes.  Aunque el náhuatl es recogido en caracteres latinos y las respuestas de los informantes estaban condicionadas (autocensuras, prevenciones, reticencias) (Barisone, 2008:78), hay una revalorización del pasado indígena dentro del contexto colonial, buscando la articulación entre el México antigua y la dominación cristiana
En contraposición Garcilaso usa un español renacentista refinado. El narrador se presenta como el recopilador de aquello oído a muchos indios, historias de españoles escuchadas en la infancia, de escritos del Padre Blas Valera y lo que dicen los historiadores españoles (p. 55)[2]. Su objetivo se centra en corregir la lectura de los hechos, la interpretación de los rituales o las palabras que llevan al equívoco por ignorancia y añadir lo que falte pero sin importar los hechos en sí (Zamora, 1987:548-557), “Por todo lo cual es de haver lastima que los que dan en España semejante relaciones de cosas acaecidas tan lexos della quieran inventar bravatas a costa de honras ajenas”(p.56). El análisis de los textos determina la verdad ya que un error lingüístico puede invalidar la fuente. Felipillo distorsiona el mensaje, no es posible la comunicación e interpretación de los mensajes por la calidad del intérprete y la falta de equivalentes quechuas para los conceptos religiosos españoles (p. 67). Garcilaso no puede reconocer cómo dos lenguas coexistentes, el castellano y el quechua, van modificándose, tomando préstamos una de otra, buscando términos adecuados para la nominalización. No puede ver ante sí el proceso de mestizaje, la “zona de contacto” (Pratt, 2011:32) y reclama la pureza del lenguaje, “hay muchas palabras españolas indianizadas”(p.68) Felipillo tradujo mal, se alude a la incompetencia del intérprete como responsable de la inconformidad de españoles e indios, pero esto no fue lo que desató el alboroto.  El Inca parece haber entendido muy bien ya que cuestiona la embajada que dice venir en son de amistad pero que dejó tantas muertes (p. 60)  requiere saber cuál es la razón del tributo, por qué debe rendírsele  a Carlos y no al Dios o al Papa, son cinco los Dioses? (p.71). La seca y áspera plática de Valverde es bien entendida. La crítica a la conquista es puesta en palabras del Inca presentándose Garcilaso como “diligentíssimo escudriñador de los hechos…como hombre que pretendía escribirlos” (p.63). Se compara a sí mismo con los historiadores españoles y se pone a la altura del Padre Blas Valera. Propone una denuncia vedada del colonialismo español evocando el pasado en la voz del otro y haciendo referencia a la tradición oral para justificar su discurso subjetivo. En este sentido privilegia la oralidad sobre la escritura y se centra en la traducción, el significado e interpretación: “El Padre Blas Valera escribe estas palabras en lenguaje indio como que bien lo sabía; yo las dexé, por no necesarias” (p.57). Pero más adelante reconoce que frente a la incomprensión de la embajada la indignación manifestada por el Inca tiene más significación en su lengua que en castellano.  El problema de la traducción vuelve a presentarse: ¿cómo puede una lengua representar el sentimiento, la cultura del otro? La transparencia del lenguaje es una creencia española, resuelto el problema de la trasmisión el choque de dos culturas presentado en Cajamarca se hubiera resuelto más pacíficamente. El discurso del Inca no se diferencia estilísticamente del de Pizarro, Soto o Valverde.
La mirada de Sahagún sobre la conquista de México constituye una visión de los vencidos (Miguel León-Portilla) (“fueron atados, les pusieron hierros en los pies y el cuello” p. 764) se incluye a través de la transcripción del relato de los informantes y la recopilación de mitos (Quetzacoatl, p.762), percepciones sobre el otro español ( temor frente a lo desconocido, los cañones, los caballos, los perros, los olores, los cascos, cascabeles, el hierro, la tez blanca, los cabellos rubios, el alimento, el ruido, las chispas) ceremonias, costumbres (forma de gobierno: asambleas.p.267, p. 806), creencias (maleficios: Cap. VII) , ritos (Insignias divinas, p. 763), idiosincrasia (cariño y cuidado de mujeres y niños, p. 767, p. 801, p.807, convenciones retóricas para el recibimiento) vestimenta, festividades (p.778), etc. Todo este bagaje cultural que es recopilado en el Libro XII con el objeto de conocer al otro, para lograr una evangelización eficaz (Jitrik, 2006:151) Se dice en la voz de los indios que el salvaje es el español (p. 798) que “como si fueran monos levantaban el oro…todo lo que dicen en lengua salvaje es” (p. 770) y cuyas estrategias de guerra son el engaño (p. 779) o la venganza (p.787).Pero por otro lado el indio no es representación de inocencia: traiciona (p.776) rapiña el oro (p. 777) arma intrigas (787) y a medida que avanza el relato descubren como vencer al español: haciendo zigzag ( p. 793), apresándolos (p. 797), matando y no solo persiguiendo (p. 795), engañando (“los de Xochimilco solamente quisieron acabar con nosotros  de manera artera”(p.796), sitiando (p. 799), esperando el momento oportuno (p. 798), emboscando (p.800), el uso del grito no para amendrentar sino para comunicarse las estrategias de ataque (p.801). Finalmente los parámetros de comparación equipara las diferencias: los españoles también usan insignias de guerra, se cubren para engañar (p. 803) y tienen un capitán (“nuestro tlacatéccatl” p. 774). Se nombra a los principales quienes deciden el sometimiento a los españoles.
Garcilaso como Sahagún, desarticula el concepto indios bárbaros para mostrar la civilidad del Inca: el bárbaro ya está entregado pero requiere saber, es civilizado, propone a través del discurso la vía pacífica, abre un espacio simbólico de resolución pero fracasa en su intento (Pastor, 1998:43). Actúa como mediador entre el indio y el español, pone en voz de los personajes la denuncia sobre la masacre que se desata después de los cuestionamientos del Inca, por eso por un lado critica al intérprete pero por el otro muestra cómo el Rey Inca ha interpretado perfectamente los dichos de Valverde y los españoles han entendido perfectamente los cuestionamientos del Rey (p. 72). Los historiadores falsean los hechos, a Valverde se le cayó el libro y fue él quien pidió sangre india mientras que el Inca pedia a los suyos que no hicieran daño a los españoles. Es necesario mostrar la inocencia de Felipillo, la entrega del Inca, la claridad con que los discursos de ambas partes son recepcionados y la desconfianza inicial del español para demostrar la injusticia a pesar de que el narrador se esfuerce en decir que hubo un problema de interpretación del cual tienen igual responsabilidad españoles e indios por no aprender la lengua del otro. La voz del otro entonces se presenta para desarticular los dichos de los historiadores españoles y en este sentido otorga autoridad al quechua hablante, pone en discusión lengua/verdad/historia. Brinda su letra a los relatos orales y fija la Historia del imperio Inca. La voz del otro ficcionalizada pero legitimada y autorizada por Blas Valera, cumple una función denuncialista (Brading, 1998-286) que el propio Garcilaso no puede llevar adelante: la crítica al régimen imperial de Felipe II y a Gómara.
La Historia de Sahagún, texto híbrido, mestizo, transcultural se estructura siguiendo el esquema medieval de lo superior a lo inferior, de los dioses al mundo terrenal, por lo tanto los presagios funestos del Cap. I tendrán su cierre y confirmación en el Cap. XXXIX. El diseño circular de la narración es parte de la concepción sobre el tiempo cíclico (ej. Tiempo del conejo, p. 762). A diferencia de Garcilaso, al transcribir los presagios funestos, del retorno de los dioses, Sahagún da lugar a la fábula entendida como expresión cultural legítima de su pueblo y no como discurso falso y resuelve la tensión historia/fábula dejando registro documental de la reconstrucción del pasado a partir de la exposición verbal escrita. La función de la inclusión de la voz del otro en la Historia está motivada no tanto en extraer la verdad de los hechos sino en recuperar la lengua mexicana y contar la versión de los naturales sobre los sucesos que pasaron entre ellos, desconocidos para los españoles. Aclara que la escribió mientras aún estaban vivos los que participaron de la conquista personas importantes y de juicio y por eso detenta el valor de verdad. ¿Cómo reconocer al otro en su igualdad y diversidad buscando patrones de identificación y representando su palabra con modelos europeos?. Sahagún tiene el poder de dar la voz al otro, de incluirlo y en este sentido “el otro” es considerado un objeto y no un sujeto productor libre y autónomo de significado. Al incluir la voz del otro este se conforma como sujeto de derechos pero no de significados porque los valores, orden, espacio de expresión son los del español: esquema medieval en la estructuración de la obra, escritura en caracteres latinos, ilustraciones “al modo del sistema tradicional de los pueblos mesoamericanos” (Barisone, 2008:77). La voz del otro, del indio, se yuxtapone con los discursos europeos, en la voz del religioso español, intentando reivindicar el pasado autóctono cuyo destinatario es el público de la colonia pero también los futuros lectores mexicanos (Lienhard, 1983: 111-112). Siguiendo a Villorio en la inclusión de la voz del otro se presentaron límites a esta comprensión del problema de la diferencia. Al establecer analogías ambos autores anularon la diferencia. El sistema de creencias del otro equiparado con nuestra figura del mundo conjura la otredad (Villorio, 1999:16), los rasgos que no pueden enmarcarse y son lo negativo por excelencia, fueron excluídos, la voz fue recortada. Como sostiene Seed (1991:1) la superioridad y status privilegiado de la escritura alfabética hace que ambos intenten reproducir la otredad, pero no logren escapar a la colonización de la memoria y la lengua.

Bibliografía

Barisone, José Alberto, “La conquista de México en la versión de Sahagún”, Telar, n. 6, a. V, 2008.
Brading, David, Orbe Indiano, México, FCE, 1998.
Inca Garcilaso de la Vega, Historia General de Perú, Buenos Aires, Emecé, 1944.
Johansson, Patrick, “La Historia General de Sahagún: de la voz indígena al capítulo 15 del libro XII: las tribulaciones de un texto”, Estudios de cultura Náhuatl,  n.29 1999, 209-241.
Lienhard, Martín, “La crónica mestiza en México y el Perú hasta 1620: apuntes para su estudio histórico-literario”, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, n. 17, a. IX, Lima, 1983.
Ong, Walter J, “Algunas psicodinámicas de la oralidad” en su Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra, 1982, pp. 183-196
Pastor, Beatriz, “La razón utópica del Inca Garcilaso”, en Mabel Moraña, Indigenismo hacia el fin del milenio, Pittsburgh, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1998.
Sahagún, Fray Bernardino de. Historia general de las cosas de la Nueva España, Edición y traducción de Ángel María Garibay, México, Porrúa, 1959
Seed, Patricia, “Failing to Marvel: Atahualpa´s Encounter with the Word”, Latin American Research Review, vol. 26, n. 1, 1991, pp. 7-32.
Villoro, Luis, “Sahagún o los límites del descubrimiento del otro”, Estudios de cultura náhuatl, no. 29, 1999, pp.15-26.
 Zamora, Margarita, "Filología Humanista e historia indígena en Los comentarios reales", Revista Iberoamericana, 53: 140, julio-sep. 1987, pp. 547-558.




[1] Corresponde a la página de la edición de Porrúa, 1959
[2] Corresponde a la página de la edición de Emecé, 1944

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