martes, 29 de noviembre de 2011

El árbol de la vida



Descubrir que no hay nada profundo en algo tan simple como vivir...¿ En qué demonios pensabas cuándo buscabas relaciones perturbadoras en el amor de los padres, entre hermanos o en las diferencias sutiles que nos hacen pertenecer al género en el cual nos sentimos cómodos?. Pensar que mi alma puede trascender por pretender encontrar en el otro aquello que no pude construir en lo propio...Un padre sin dejar ver sus miserias para marcar el espacio recto del deber ser, aquel que no habilita el juego que está más allá de su inocencia, ese que espera temiendo lo improbable. La lucha de poder del sexo jugada en la arena secreta del eros compartido. Una mujer como trofeo y la anulación de la afrodita por la entrega irresoluta entre el rey padre y los vasallos incomprendidos. La lucha de la Naturaleza que se muestra irreconciliable con la gracia del ser divino que nos entrega el poder mágico de la Vida. Un espectador, un sueño, una vida de madre conflictuada, de hija renegada, de mujer rebelada. El final, la nada.
Los hijos y la inmortalidad: el universo cíclico.  

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