sábado, 30 de junio de 2012

Primavera subjetificada

Es el frío
es el frío quebradizo que desgaja
las semillas volátiles de mi alma
las hojas tristes de venideros inviernos
ventosos....
viento frío
de tu voz haciendo eco
de las flores en el  húmedo receso
tú te piensas y me pienso
en el solitario encuentro de los besos
besos fríos, traicioneros,
deshojados en la cinta correntosa del invierno
descoloridos de ensueño fresco
influctuados de tristes colores raídos
suaves, tiernos soterrados y lejos.

Primorosa primavera de mi alma
prima sola, prima estrecha primatiesta
principela de los goznes acechados
los colores de tu tierra que se esmera
dádle vida, luz y fuerza.

Resplandece

Intento determinar el mal que aqueja al alma cuando no sabe distinguir entre el malestar generado por la contaminación externa y la mierda que llevamos adentro como una roca perforando el intestino!
El barrio parece otro al despejar el alma y vuelve a ser el mismo, lleno de fantasmas que acosan. Y el alma? se queda quieta, muda, insulsa y desgastada, esperando que un cacho de vida, un sacudón adolescente la sumerja, la ahogue y renazca.

sábado, 16 de junio de 2012

Procrear.

Crear una vida se aleja del lazo incondicional de amor, si los une el débito constante que se genera entre la nada y la existencia del ser. Cuando la luz amenaza ese instante de excitación brutal, el ser instala la deuda absurda del neonato, eterna paga maltrecha que se extiende como un cáncer para llegar al final de los días sintiendo que jamás fue saldada, que los que nos preceden arrastran el crédito atroz de la malaria. 
Podes elegir el instinto   suicida de creer que al procrear el lazo será tan fuerte como para unir las huellas rotas generadas por la pérdida del no ser. Sólo podemos ser para poder hablar de esto, lo se. Pero ser implica quedar sujeto a las constricciones indeseables y al total alejamiento del amor que renuncia a todo débito-haber. Solo quedamos nosotros, incomprendidos, enorgullecidos del ser, regalo del amor que reniega toda deuda. 

sábado, 2 de junio de 2012

Dolor de entraña

Qué idiotez! Creer en las maldiciones, en la trascendencia de los sinsabores ruines de la mala vida. Aceptar rotundamente la creencia sobre la inevitabilidad de la decadencia del ser, la indefectible capacidad de trascender y ordenar la existencia según el deseo. Qué absurdo! confiar en que la sabiduría de los años venideros harían de la tempestad un bálsamo de recursos bibliográficos aprehensibles.