lunes, 19 de junio de 2017

Thánatos


¿Y quién será el padre ahora?

quien cuide mis destinos, valore estos tránsitos

contemple mis fracasos.

 

¿Quién será el padre siempre?

quien vele por los míos, desangre ilusiones,

añore sin perjuicio.

 

¿Quién fue el padre antes?

antes de conocer el olvido, antes de ser olvidado,

antes del destierro insospechado.

 

¿Quién será ese padre inexistente?

el que sostuvo mi mano crédula, el que juró amor eterno

el que desapareció en el tiempo.

 

¿Quién ha sido él forjando su destino

transita su fracaso, ahogado en su delirio?

 

¿Quién hubiese sido si amando descendencia,

añora con dulzura paciencia de sus pasos?

 

¿Quién habrá de ser entonces raíces de lo nuestro,

se enraíza en el recuerdo y nutre nuestro suelo?

 

¿Quién podría haber sido plena existencia firme,

presente en esta alma destrozada de vacíos?

 

 

 

 

 

 

El padre es la muerte que se acojona

vira sobre sus talones y vuelve sobre su marcha;

recuerda el desencanto, se relame de tristeza;

perdura en la sola idea obsecuente y fastidiosa

de dar por terminado aquello que nunca llega.

domingo, 11 de junio de 2017

Tu reloj, nuestro tiempo


Tu reloj, nuestro tiempo

                                                                                                            Oscar, artesano de la vida

Fue tu tiempo el tiempo de los jóvenes:

reloj de arena tintineante de vida;

medida incauta de las almas en ciernes;

espacio del tiempo que alojas cimientes;

pedazo de cielo, proyectos en mente.

 

Fue esta vida que te dejó sin prisa…

Sin aire respiras el sol que iluminas,

pausada la fuerza de pasiones vivas

enciende ilusión tu recuerdo en vilo,

añoranzas plenas de placeres, de vinos.

 

Ganas me quedaron rondar por las fondas,

las charlas pausadas de la colección que añoras,

libros, vinos, juegos, un billar que aflora

como un estandarte de tu voz ronca.

 

Mirada dulce que esconde el recelo

de viejas historias, de noches sin sueño,

de resentimientos fluídos de odio,

de nacer humano y ser roble añejo.

 

 

 

 

 

Y fueron quebrachos tus piernas, tu alma

y fueron de pino tus manos cansadas.

El tilo cubrió tus sueños maduros

¡trastoca el reloj que cambie su rumbo!!

 

Danos el tiempo necesario y limpio

de momentos firmes, de amores tristes

de pasar instantes plenos de saberes…

¡que tus canas blancas refresquen mi mente!

 

Porque las ganas no te abandonaron,

ni la obstinación de sentirse vivo

de pensar el cuerpo como ya el olvido;

saborear las vides, retomar los goces

alejar los males como sueños atroces.

Hedonista acérrimo enseñadme el camino

de la vida plena, ¡sin tanto nihilismo!