HERNÁN CORTÉS





 


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Características del enunciador- conquistador en la Segunda Carta de Relación  de Hernán Cortés.
 Cortés debe justificar a través de su escritura la desobediencia a Velázquez, ganar la merced del Rey mostrándose como un fiel vasallo y cristiano y demostrar que su rebelión es legítima y constituye un servicio “yo en nombre de Vuestra Alteza fundé” (p.92)[1]. Conquistar y narrar son operaciones complementarias (Añon, 2010:17) en las que la representación ficcional de la conquista y la construcción del héroe Cortés, tiene a la palabra como arma e instrumento. 
El enunciador-conquistador es batallador, resuelto, medido, optimista, y pujante. Cuando el narrador se siente derrotado y confundido también se pierde Tenochtitlan (“y se perdieron todas las escrituras y autos que yo había hecho (p.247))  pero “en muy breve tiempo se ganará lo perdido” (p. 263).
Es un enunciador compulsivo que tiene su correlato en la avidez como conquistador. Cargada de justificación y seducción, la manía escrituraria (Glantz, 1992:45) tiene como soporte la carta relatoria para presentar el viaje como gesta y al narrador como héroe de la conquista. La escritura es mandato explícito de las autoridades, es obligación,( “es necesario que vuestra Majestad sepa” (p.94),) para comunicar, consolidar, informar, o reclamar el desarrollo de la conquista y debe respetar estrategias retóricas y pautas formales de la epístola y el discurso legal. El discurso jurídico-legal es construido afirmando que los indios “querían ser vasallos… me rogaban que los defendiese (de Muteecuma)”(p. 97) y “lo cual todo pasó ante escribano público y lo asentó por auto en forma y yo lo pedí ansí por testimonio en presencia de muchos españoles“ (p. 179). “yo les comencé a hacer mis requerimientos” (p. 116). Hecho el ofrecimiento a través de la palabra, se justifica la violencia: “pasado el término que se les daba, si no viniesen iría sobre ellos y los destruiría” (p. 134).
Es un enunciador convincente y en busca de fama . Los recursos retóricos que el narrador utilizará se centrarán en la legitimación y la persuasión: “yo no deseaba otra cosa que se me ofreciese en que sirviese a Vuestra Alteza y en que le ayudar creía que le hacía” (p. 102).  Ostentando una empresa textual retacea información o por el contrario hiperboliza lo que le conviene. Omite las manipulaciones para generar alianzas (“traje conmigo algunas personas principales dellos con alguna gente, que no poco provechosos me fueron en mi camino”(p.97) y construye un enemigo formidable para justificar la inevitabilidad de la conquista, “del servicio”.
Es un enunciador maravillado. La enumeración iterativa de la riqueza del mercado (p.185) “tan grande la ciudad como Sevilla o Córdoba” (p. 183) se corresponde con el tópico de la descriptio civitatis “había en ellas muchas y muy grandes y hermosas salas y muchos aposentos muy bien obrados” (p. 108),  y la mirada militar de la posesión. “serán por todos hasta cinco o seis mil hombres de guerra” (p. 106).
Es enunciador capitán testigo-testimoniante. Es el gran estratega de la palabra que construye una verdad fundada en su experiencia, con el objeto de engrandecerse: “me parecía muy justo a mi príncipe y señor, decir muy claramente la verdad sin interponer cosas que la disminuyan o acrecienten” (p.182). En este sentido es un enunciador manipulador porque sabemos que hace todo lo contrario, su mirada trata de convencer haciendo uso de estrategias verbales de omisión, selección, ordenamiento de los hechos, es decir reelaboración del material seleccionado que tiene por objetivo el uso de la razón y la palabra como herramienta al servicio de un fin: la conquista de un nuevo reino sobresaliendo él como líder militar. Después de describir el señorío Tenochtitlan, usando el tópico de lo maravilloso e inenarrable anticipa su pérdida y acusa a Narváez: “porque a él (el licenciado Aylón) y a todos era notorio el mal propósito y la voluntad con que dicha armada  (la de Velázquez con Narváez a la cabeza ) venía”(p. 208) Tiene como objetivo convencer al rey del deservicio que le hacía su oponente y de esta manera legitimar su labor.
 De la misma manera que en el campo de batalla Cortés opera con la manipulación, lisonjas, intimidaciones, promesas, adulación en la narración, el enunciador opera con procesos de ficcionalización tendientes a legitimar la empresa y consolidar el poder adquirido (Pastor, 2008:191): narrar es conquistar y apropiarse del nuevo territorio. El narrador construye tres modelos ficcionales el de la acción, el del proyecto y el del héroe.
Es un enunciador-conquistador escriturado. Conoce cómo construir el modelo del héroe a través de la mitificación, autovaloración y autocolocación, omitiendo incidentes imprevistos y caracterizándose como ejemplo de clarividencia y modelo de previsión. Desea mostrar como su previsión genera orden, erradica el sacrificio y aumenta la autoridad de los españoles. Utilizará frecuentemente y de manera sistemática el uso de la primera persona, y caracterizará a Cortés como modelo y figura ejemplar. El enunciador engrandece la figura del conquistador, “yo salí muy mal herido en la cabeza de dos pedradas” (p.243), detallando la ferocidad y valentía del enemigo, “Gran Muteecuma”  “bastaban veinte dellos para resistir la subida a mil hombres” (p. 232) “y a nosotros convenía pelear todo el día e ellos peleaban por horas, que se remudaban y aún les sobraba gente” (p.227). La presencia de infinitos enemigos corresponde al relato bélico de la lucha contra los moros: la tradición discursiva y la experiencia se conjugan en el saber escriturario del enunciador-conquistador. Forma y estructura del relato bélico se pronuncian narrativamente en antítesis, comparaciones y analogías. Saber narrar la conquista, organizar la trama, concatenar y yuxtaponer elementos diversos son las operaciones del enunciador a partir de lo cual se desprenden causalidades y responsabilidades en victorias y desastres (Añón, 2010:27) Construye una dimensión sobrehumana de su valor, una ilusión de invulnerabilidad utilizando el uso del discurso bélico.
Lo inefable e inenarrable es consecuente con el principio de decoro y las reglas de la historiografía: “todas cuantas cosas, que demás de las que he dicho son tantas y de tantas calidades que por la prolijidad…” (p. 187). Aunque también es sustancial al enunciador protagonista quien calla las disidencias, los errores de la conquista “y se quedaba por el camino mucho oro perdido, el cual los indios cogían” (p. 239), las matanzas ( “los castigué conforme a justicia” (p.99)), los ataques no del todo nobles “quiso Dios que murió una tan principal de ellos, que con su muerte cesó toda aquella guerra”(p. 244). El uso de la violencia es narrado como acción ejemplar y necesaria: modelo de acción. Es precisamente Cortés quien mata al portaestandarte y esconde su responsabilidad bajo el providencialismo. Muere Munteecuma ( “y yo lo hice sacar así muerto… y no sé lo que dél hicieron …salvo que no por eso cesó la guerra y muy más reacia y muy cruda de cada día" (p.228)) pero es contado de manera escueta, se minimiza. El enunciador pretende presentar al conquistador persuasivo y negociador, quien logra el control con astucia y autoridad. Sin embargo la destrucción de los ídolos, la ofensa que esto genera y la  ironía de Cortés ( “para la guerra tienen un ídolo y para sus labranzas otro, y así para cada cosa” (p.192)) no parece ser una actitud muy manipuladora y racional, sino una expresión evidente de la percepción de la otredad, del principio evangelizador que es un elemento ficcional en las cartas destinado a justificar el proyecto de conquista a través del providencialismo “pusimos de nombre el puerto de Nombre de Dios” (p. 107). Devoción cristiana y heroísmo se ajustan a un plan divino.
Es un conquistador-enunciador que sale a batallar, vencer, fundar ciudades. El enunciador se encarga la reiteración de escenas, impresiones, adjetivaciones sobre la insistencia del ataque, el asedio y la resistencia. “era forzado morir todos…fui requerido muchas veces que me saliese…acorde de hacerlo” (p. 236). Las ciudades serán admiradas al tiempo que renombradas para poder fundarlas míticamente, escriturarlas (Glantz, 1992:2),conquistarlas y poseerlas en la escritura: “Cempoal, que yo intitulé Sevilla” (p.96) “porque siendo esta tierra (Villa Rica de la Veracruz ) de Vuestra Majestad y estando poblada de sus vasallos y habiendo en ella justicia y cabildo…” (p. 209) Construye el discurso en función de la meta que quiere alcanzar y modelado a un proyecto no determinado por el objeto que describe (Todorov, 1987:127),. Sabiendo la pérdida de la ciudad, la narrará como un hecho inevitable, que lo exime de responsabilidad “se perdía la mejor, la más noble y mejor ciudad del mundo; y ella perdida, se perdía todo lo que estaba ganado, por ser la cabeza de todo y a quien todos obedecían” (p. 222).  El modelo de enunciador-conquistador es aquel que sabe pelear, conquistar y narrar, tiene el saber letrado y la experiencia de la batalla. Vehiculiza la eficacia narrativa para llevar adelante su propia perspectiva, funcional a sus intenciones y en este sentido esgrime la funcionalidad de la escritura. No nombra a los indios importantes, “otros señores de provincias y ciudades que allí tenía presos” (p. 237) , ni   a los capitanes que participaron en el éxito de la empresa ya que el único que debe ser recordado es Cortés. Sabemos que el éxito de la conquista no podría atribuírsele sólo al arrojo indiscutido del conquistador. El testimonialismo del narrador- conquistador- Cortés es garantía de verdad de la Historia y por lo tanto el discurso historiográfico y legal lo cual garantizará su pervivencia y su fama como político.
Es un narrador que avanza en la conquista de la palabra, manipula, adapta en su beneficio, el registro de los hechos reales e imaginados, que improvisa a partir de una experiencia o evidencia ambigua (Clendinnen, 1993:3) Según Brading (1991: 61) al volver Cortés a España, no logro el reconocimiento que anhelaba y fue muy cuestionado, sin embargo su relato pervivió, su palabra conquistó durante muchos años la Historia. “Siempre la lengua fue compañera del imperio” (Nebrija) (Todorov, 1987:136)



Bibliografía
Añón, Valeria Segunda carta de relación y otros textos de Hernán Cortés, Buenos Aires, Corregidor, 2010.
Brading, David A., "Un humanista inca", en Orbe Indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1429-1867, México, Fondo de Cultura Económica, 1991.
Clendinnen, Inga, “Fierce and Unnatural Cruelty’: Cortés and the Conquest of Mexico”, en Greenblatt,
Glantz, Margo, “Ciudad y escritura: la ciudad de México en las Cartas de Relación de Hernán Cortés”, en Borrones y borradores, México, UNAM, 1992 (Cervantes Virtual)
Pastor, Beatriz, El segundo descubrimiento. La conquista de América narrada por sus coetáneos (1492-1589), Buenos Aires, Edhasa, 2008. (Cap. 2)
Todorov, Tzvetan, La conquista de América. El problema del otro, México, Siglo XXI, 1987.(Cap. 2 “Conquistar”)


[1] Corresponde a la página de la edición de Añón, 2010

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