jueves, 29 de octubre de 2020

MENOS-PAUSICA



Encontrar la pausa para encontrarse. La necesidad de dar vida se concentra en actividades de producción: cuidar la vida de las plantas, disfrutar del nacimiento del fruto o la flor. Ver a los paridos crecidos, a los criados victoriosos y el transcurrir de los días vertiginosos, como si el tiempo se quedara detenido en la sensación de un eterno presente que se revela como pasado cuando el ciclo biológico lo indica. Como una sorpresa, en random, llega la noticia de que ya no existe la posibilidad de "dar vida". Subrepticia se presenta, con el paquete de apósitos sin abrir y el dispositivo uterino estrenado. Irónicamente, el método anticonceptivo fue colocado e inmediatamente la natura dijo basta. Dejar atrás los restos de una matriz gestante para esperar melancólicamente la aparición del folículo expulsado. Elegir la alegría de una nueva etapa, una madurez impuesta en un cuerpo que reclama adolecer de tiempo, de pausas menorréicas. 

La escuela disléxica




 En la escuela disléxica te pueden otorgar un premio a la calidad educativa con errores de ortografía. Todos dirán que uno es un purista imbécil, que se anda fijando en esas cosas, pero yo sostengo con convicción que el detalle resume el estado de cuestión. El sistema educativo está plagado de ausencias de lecturas. Tómese por caso la situación administrativa del movimiento anual docente. Fijada la norma a través de una resolución que pauta estrictamente las condiciones para acceder al derecho laboral de mover tu lugar de trabajo, equivocan la dirección del mail al cual se debe gestionar tan importante decisión. Nuevamente, llamadlo error de tipeo, la falta de una letra obstruye la posibilidad de mejorar tus condiciones de vida. La falta de una letra puede constituirse en la anulación completa del desarrollo personal. 
La maestra corrije a diario los errores que ella misma no advierte en sí. Una maestra de la cual reservaremos su identidad, trazó un exagerado EXELENTE en medio de la hoja de su alumna de quinto grado, con tanta mala suerte que su mamá, la maestra de sexto, corrió a mostrar la ridícula corrección a todo el plantel docente que se burlaba abiertamente de la novelísima docente aún no recibida. La falta de una letra puede sesgar la autoestima de cualquiera. 
En otra oportunidad, otra docente, bajo la mirada de la primera, coloca MB 10 a las cuentas que estaban todas mal. Fue el momento de resarcimiento para el orgullo herido de aquella. La falta de lectura puede marcar un destino. 
En las instituciones pocas veces se recurre a la lectura, todo se comenta, nadie recurre a la fuente, cuando se repara en la letra escrita está equivocada o nadie se compromete en una lectura comprensiva y con autoridad dice lo que la letra escrita no puede decir. 
En la escuela disléxica la palabra no nombra, se exhibe y la escritura se anonimia en la oralidad. 

martes, 13 de octubre de 2020

Premio Itaú de Cuento Digital. Qillqa


QILLQA

Hubo un tiempo en que el sol se refleja en las piedras tornasoladas, grises con sus vetas blancas y anunciaban los tesoros que escondían sus entrañas. Vetas que denunciaban un pasado, el mundo cercano en el cual los árboles constituían la presencia oportuna de los tiempos. Ella transitaba este vergel, acompañada de los fieles testigos del deseo: los árboles quienes dejaban entrar el plateado de la vida, acuñando en su savia el incesante y rítmico canto del agua que corría.

Un día se preanunció en el vuelo rasante de los insectos que llevaban consigo los pétalos amarillos de las flores o transportaban el polen naciente, el atroz destino. Un maullido confuso, desesperante del ave que quiere ser felino, se mezclaba con el cantar de la cascada. Los verdes que la embriagaban y el reflejo del sol bajando por el horizonte serrano dejó lugar a una luna amenazante que daba sus primeros pasos en el frescor de la tarde, enlutaba el brillo caprichosamente, infinitamente celeste del cielo límpido.

 

La redondez horadada en la piedra por la furia arrasadora del canal, cual el mundo, soportaba los embates del hombre. ¿Dónde paran sus aguas aleteando, dónde dejan de existir para convertirse en evaporación, en ausencia? 

Qillqa en sus disgregaciones infinitas sale al encuentro de la natura, fuente de toda verdad, como un paseante anonadado de toda verba, sobrándole las fuerzas para describir la belleza subyugante de la madre tierra, deja fluir su alma, surtiendo de ideas a la emoción. Brota de sus entrañas el llanto reprimido y las palabras vanas. Desea que la tarde se haga voz para encontrar el canto que acompañe su ritmo, dulce frescor del ocaso y encuentre el amor.

Se agolpan los hombres, cual insectos chupasangre, buscando el fluido, el calor, la energía de la vida para existir y tal vez pretendan determinar el destino de Qillqa, la pérdida de ese tiempo remoto.  La Pachamama escucha sus ruegos y de repente ve surgir un dorado que emerge tras la corriente, de la mano de su amado.   Desea ella, por una sola vez, que los colores fluyan hacia aquel lugar donde evaporan los refrescos manantiales de la mañana, donde pueda dejar la soledad de su alma que no encuentra el camino a la felicidad.

Lo miró con un desliz y ñuñu, el pecho de la tierra, alojado en su corazón, se entregó al joven ofreciendo su fruto desinteresadamente. Tal oferta magnánima, dulce concentración de las delicias y placeres de los hombres embargó de pasión al joven. Es el hambre de trascender que la encuentra día a día intentando asirse de pequeños desvíos del mundo para acercarte a un más allá que la ubique más cerca de la humanidad.

¿Será tal vez la poesía aquella responsable de mirar con otros ojos el sentir? 

Al enterarse el jefe de los Omaguacas de tal descubrimiento subrepticio, salió de las profundidades del lecho donde estaba agazapado, buscando las microscópicas sustancias que le provee la riqueza de la tierra, para enfrentarse al mundo encantado de los amantes, de soledades de piedras negras, chillar de cigarras molestas, piar de nuevos amaneceres y cantos incesantes.

¡Grotesco monstruo del río, sales disparado con tu corpachón negruzco, confundido entre las piedras, rastreas el fondo que has transitado miles de veces esperando cerrar aquellas nuevas celosías de otros mundos!

 ¿Será tal vez que ella se muestra recordándole la simpleza de las cosas vivas, el transir de la vida y el florecer de lo árido?  ¿Será tal vez que en su pequeño gesto demuestra que detrás de tanto yuyo insulso, detrás de las espinas lastimosas del bosque, oculto a la mirada del ingrato, se entrega la dulce morada solo a aquellos dispuestos a sacrificar su sangre por la Pacha?

El joven cacique apartó su mano de los glúteos de la doncella e instantáneamente el mundo cedió bajo los pies. Fue el amor incondicional de Qillqa, la flor de la serranía quien orgullosa se desplegó entre los macizos grises afanosa del amor, recelosa de su intimidad de poesía y soledad.

 ¿Podrán sus perfumes esconder la melancólica ensoñación de estos días?  ¿Podrá el cantarín curso que te acaricia silenciar los desgarradores llantos mudos de mi alma? ¿Será tal vez en la altura de tus bosques donde se oculta la razón y la sospecha?  ¿Es el algarrobo añejo el depósito de la savia ancestral de los orígenes olvidados?

Ella lo dejó paciente, solitario y en quietud, a la espera indecisa de la lujuria deseoso del encanto y sometido vértigo de los tiempos insensibles. Qillqa necesitaba tiempo para vivir y sentir como los huesos se desperezan al contacto con el aire, cómo la vista da lugar a la mirada y deja transitar la ensoñación, cómo la respiración se abre y el aire enriquecido del verde ingresa en la sangre sórdida. Tiempo para ver crecer y desarrollar la madreselva perfumada del jardín allí donde las tardes habilitan el pensamiento. Tiempo para la palabra y el amor.

¿Por qué su crono insatisfecho no conforma con el espacio la dimensión cósmica del más allá deseado? ¿Por qué al encontrarse se pierden en los deseos?

¿Qué imágenes perciben en las alturas, donde sus pequeños placeres de superioridad se encuentran con la fascinación del cielo, dónde los pájaros se cuentan ínfimas anécdotas de emociones perdidas?

Encontrándose en ese estado, deliberadamente abstraída, el lugar virgen de su mirada acusadora de los tiempos reclamaba ¡Vida!

Entregados al amor, perseguidos por sus padres, la Pachamama les entregó la unión en la belleza y la parsimonia de la estancia, el tiempo.

-Qillqa te debo el alma, siento que la pobreza de mi corta pericia para la entrega dejó truncado tu pobre corazón lleno de ansias. El tiempo se asoma esta mañana aquí donde el reloj de sol marca la alegría necesaria. Dejo de existir cuando siento el rechazo o tu determinación de una necesaria autonomía y preservación de mí. De lo mío que es mi cuerpo y mi espacio.

 

-Aquí estoy, sola, frente a la escritura y la tormenta. Con el intenso calor de las tardes, deseosa de que te despiertes para que con una mirada amorosa yo deje de sufrir

¿Si no existieran estos pequeños desapegos cómo podría reconocer el instante en que vuelves a mi enamorado, a la entrega que nos debemos para reconciliarnos en el beso, en la unión de los cuerpos, en la concepción de la unidad?

 

Los amantes sabían que no tenían escapatoria.  El padre de Qillqa los perseguiría.  Debían concentrar las energías en perder, dejar las ganancias para el pederasta de la vida que imprimió de silencio el desgarro de la infancia. Las ganancias perdidas del idiota que no ha encontrado la resolana de la tarde, la paz del ocaso, que realmente se ha perdido en el afán especulativo. La unión se hizo carne de cardón, él protección ante la amenaza, ella la “flor de los amantes”, el anuncio de la buenaventura y la dicha.

Insospechada carencia narcótica: ¿dejaste tus efluvios de elixires tras la marea del rocío? ¿Es tu despliegue una demostración de pureza escéptica? ¿Dónde concentró el sol sus aromas infundidos si ahora yaciente te entregas sin sufrir?
La profusión florida esconde el secreto de los aceites embriagadores de la juventud y en sus ramas, venas cargadas de la sangre de los mortales fluye la savia de la vida y transforma el sufrimiento en dulce néctar de los dioses originarios.

La natura prodigiosa se esmera en conmovernos, nos ve al pasar inconclusos y se esfuerza en dar completud a nuestra miseria existencial y a esta necesidad constante de tragedia, este afán fatídico. En el renacer anual la esperanza acontece y parecería que el gris del tiempo instala Alegría.

-Las flores de tu amor han muerto bajo la mata creciente de la vida, pero un día los colores tomaron forma y tu luz se hizo espacio en la oscuridad y yo volví a brotar efímera bajo la luz del Sol.

Primavera subjetificada frente al frío quebradizo que desgaja las semillas volátiles del alma, las hojas tristes de venideros inviernos ventosos.... viento frío de tu voz haciendo eco en las flores, en el húmedo receso tú te piensas joven cacique, y yo me pienso en el solitario encuentro de los besos fríos, traicioneros, deshojados en la cinta torrentosa del invierno, descoloridos de ensueño fresco, fluctuados de tristes colores, raídos suaves, eternos soterrados y lejos. Primorosa primavera de mi alma prima sola, prima estrecha prima esta principela de los goznes acechados los colores de tu terra que se esmera dadle vida, luz y fuerza.

Tras estas profusas palabras Pachamama proveyó los retoños de un día, aparecieron los frutos, la natividad irrenunciable, se hizo presente en la más concreta y efímera manifestación del ser: la flor de cactus.

Desde las entrañas del conurbano bonaerense implorantes reclaman elevando sus ruegos a un futuro cargado de incertidumbres. Sangre matancera que revive la cultura de la Aguada con la presencia de Qillqa, resiste y se hace fuerte la poesía, marca la diferencia, florece ante los embates; sin nutriente alguno ni asistencia externa, sin mendigar siquiera, aquel heroico amor,  el hermoso estandarte de un pueblo que busca la palabra.

Dijo la crítica: 

Etapa #1

Jurado 1: Una trama con profunda narrativa, que pinta con su narrativa un escenario con todos sus detalles, atravesado por una historia que conmueve, que da voz a lo inmutable, que interpela e invita a imaginar. El recurso digital, los hipervínculos a imágenes no logran integrarse con la historia, más bien generan una interrupción en la experiencia de lectura.


Jurado 2: Se nota que hay entusiasmo y esmero en la escritura y en la selección de imágenes y música. Sin embargo, se sugiere darle más voz a los personajes para que el relato adquiera más ritmo. También se detiene con la cantidad de adjetivos.

 

 

jueves, 8 de octubre de 2020

"Viaje al Uritorco"

 



Viaje al Uritorco
                                              “El Uturunco mostraba sus dientes afilados y rugía…”

Como ciertamente el hombre no está solo con su alma, aunque esto sea todo lo
que desea; cuando se pone a andar, en tiempo vacacional, lo acompaña una comitiva de
secuaces del consumo, prestos a su desgracia. Avanzabas por los campos
comechingones locuaz y divertido, haciendo gala de las resoluciones más ingeniosas y
las anécdotas llenas de floridos remates, contadas una y mil veces. Sospechaste el fatal
reviente inesperado y te largaste de la cinta asfáltica, súbito, como el ave que esquiva su
trágica estampa contra el parabrisas. Resoplaste. Tu mirada se clavó en la mía y en el
camino que nos saludaba, en el destino al cual haríamos frente, íbamos desafiantes. El
silbar de los autos ignotos, acompañantes de ruta, se transformó en un arrasante flujo de
energía cinética, absorbente. A los pocos minutos el viaje se transformó en el camino
hacia la confirmación de lo inapelable. La llave cruz su estigma. Si hay una resolución
probable, Dios existe. Encontrar una gomería, comprar a precio de mercado, ser parte
de esa civilización sería la señal divina que alentara mis creencias. Pero no, esa señal
sería aún más telúrica, la gomería jamás apareció, pero si un desfile de supercherías de
campo infundidas por el paisaje.
Angustiado te enfrentaste a la embestida súbita. Deseoso de encontrar una salida
recorriste los caminos polvorosos evitando la autopista tras la sorpresa sopesada: la
despreciada sociedad de consumo estaba muy lejos de nuestro horizonte. El destino
había previsto un desastre mayor, aunque en tu ansiosa alma, ausente de estrategias y
cálculos, lo único que evaluaba delante de los ojos era la trivialidad de una llanta
inservible. Designios de los tiempos y la geografía que pretenciosa ponía a prueba el
alma de los huidizos amantes, simulando un contratiempo insalvable en aquellas áridas
comarcas. Desilusionado descansaste la espalda reclinado sobre el guardabarros, con la
mirada fija en el río Calabalumba que canturreaba amistoso, esperando tal vez una
ayuda insospechada. Este viaje pensado como una salvación, huir de la ciudad, la
posibilidad de romper con la familia, con el designio, parecía desencadenar el infierno
amatorio.
La voz del padre se hacía presente, su mirada fija estaba allí, lacerante. Se
aceleró el recuerdo: aquellos días en que la ausencia paternal dictaminó quién soy, quién
seré, quién podría ser. Lo que no quiero ser. Y volvió bajo la forma del amante, del que2
en su afán protector esgrimía siempre los mismos argumentos histéricos de celos. El
elixir del pensamiento, derramado sobre tus ojos, te perdía en un sueño. Agazapado,
entre las zarzamoras del cerro se escuchaba el transitar de unos pasos sigilosos. Llega
un momento en que enloqueces de amor y ya no puedes hablar de soledad, pero ella
persiste en desarmarte, persiste en confundirte, en canturrearte al oído como el río,
como un líquido vehemente horada la piedra y el alma. Persistencia intolerable, aguda
del sentir que se relame por ser dicha y disfraza las sensaciones, ampara el desencanto.
Me pareció ver unos ojos de hombre agudos, insidiosos, asomar tras los yuyos, los
mismos que había dejado atrás, aquellos que había intentado olvidar para subirte al viaje
victorioso del deseo, del amor trascendental.
Hablar con uno mismo, en un mar de confusos pensamientos mientras la espera
de un auxilio se hace insoportable, mientras se iban mezclando ideas suicidas, hastío y
aburrimiento, ver pasar los chingolos rasantes, recordar las noches en que mientras
giraban los cubos de hielo del vino, el lavado de la ropa diaria daba mareos y vos dabas
vueltas rabioso, vengativo, sospechando algún amante, desafiando a la familia.
Desencadenado el pensamiento del deseo buscó sola el desamparo de la piel, se
resquebrajaron sus entrañas y el alma dibujó el encuentro con un infierno destinado.
- ¿Vos no querías hacer este viaje no?
Ella misma preanuncia la respuesta fatídica, intenta burlar la dicha. Decir que
no, renunciar y ejercer la pequeña traición, la traición empobrecida de los míseros que
se priorizan para ser menos, que dejan atrás la oportunidad del amor para cargarla al
destino y trasgreden el esfuerzo buscando la frustración. Se autocompadece intentando
justificar la felicidad irresoluta de los débiles. Ser débil y asomarse al consuelo
desmedido del padre, para transmitir la sorpresa de lo inconcebible. Arrumbar el
destino preconcebido y decir no a la unión de los amantes.
-No. La verdad que parece que el Universo ha complotado en nuestra contra.
Decir no al deseo para confirmar el infortunio, aceptar el destino de la tradición.
Aceptar esos ojos que se asoman tras la peperina para impedir la huida de los amantes,
para predestinar el encuentro eterno, allí tras el espinillo, la muerte. La muerte en la
unión eterna bajo la mirada de esos ojos acechantes, proféticos.3
Saltar el abismo de insatisfacción para descubrir que allí se encuentra el deseo de
lo que no sabía. Tan simple como ser: ver el verde, los pájaros, el refrescante viento de
una tarde de verano, mirar al más allá, el horizonte, el celeste azul del cielo, tu mirada
ausente que me dice que disfrute: ¡Disfrutar del momento!, cliché inmediato. ¡Disfrutar
de la vida!, cliché absoluto. Disfrutar de tenerte lejano, ausente y aquí presente para
darme la posibilidad de encontrarte y encontrarme.
Solipsismo: No hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, que el dolor de
amanecer y saber que ya no estás, que tus olores cuando se perdieron esfumados en
recuerdos de angustias imborrables. Todo lo que en esta vida tenía solución quedó
innombrable detrás del insulto de la letanía. ¡Sentidos exacerbados permitidme
encontrarme en este ritual de soledad para ser el río de deseos insatisfechos en tu
entraña, en tu tierra que me cobija y me contiene!
La mente bajó sin mirar, mi mente quiere quedarse en la desgracia y ese par de
ojos que no habían dejado de observarnos. Mientras yo me perdía en devaneos, vos
intentabas ocultar el desamparo del amor. La bestia se abalanzó y fuimos uno en la
tierra, vos entraña, yo fluido que se escapa.

"Siempre mujeres" Treinta mil veces literatura. "Elogio a la imperfección" "Desamparo" "Remolcador de sueños"


 


https://www.calameo.com/read/0063711344


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Revista 30.000 veces literatura

Elogio a la imperfección.

 Desconocer el camino, dudar de los destinos, arbitrar libertades, no ver los desatinos. Te quiero así imperfecta e ilusa, creyendo que sobre tus ciernes se debate el destino. Arriesgando en cada esfera un pedazo de tu sueño, de tu vida, de tu dueño. Te quiero absorta en tus juegos cotidianos, de luchar contra la vida, aunque el vicio de los días tan tranquilos no de prisa. Te quiero, idealista de fracaso conquistando: fantasías de logro, abstraídas, realidades construidas. Espero ciego de ilusiones que en el paso de los días, derrotero de esperanza de un laúd, tú transitas: por los días, por las noches de desvelo, por el peso de misiones concluidas; por jornadas venideras y acciones que aquí mismo se iluminan; por mañanas evaluativas y lo que espera del día... por la mirada de aquellos y las pasiones del día; por tu sonrisa tan plena y tu lectura tan mía, por locuras antedichas, por lo dicho aún callado, por este Sol que me ilumina...

                                                            Desamparo

Un día tuve un padre.

Este desapareció tras el celo del amante.

Otros padres sucedieron

y en el tránsito de la orfandad perecieron.

El poeta, el artesano, el obrero…

busca infructuosa el desamparo de los ciegos,

los inútiles, los que no tiene remedio.

Soledad de origen triste,

identidad de suelo virgen,

riqueza de sueños pobres

densidad de sueños tristes

y tu voz lejana ausente

que me dice cómo son los tiempos, cómo pensar el mañana,

cómo vivir lo que es nuestro...

Y sin tu voz, faro siniestro

es el mundo que ha quedado incierto, desnudo de voces,

carente de cielo, oscuro destino, sombrío desierto.

Inimaginable certeza de verse despierto, ausente te espero.

Seguridad ajena de encontrarte:

siempre, que me dieras la seña

de los días claros, de las voces nuevas

de comenzar un futuro por vías ajenas…

De encontrar el pasado en rutas certeras

de encontrarte a mi lado…

Alentando caminos, desechando recuerdos,

renovando los sueños... ¡Te dejo!

                                    

 

             Remolcador de sueños

 

Gracias por la alegría,

por el encanto del encuentro día a día,

por las palabras que ya no son necesarias ser dichas,

por el momento mágico de la vida.

Gracias por la enseñanza,

por las mañanas de lecturas y debates.

En desencuentros y miradas atónitas

se construyó la realidad frente al embate.

Gracias por el silencio del aprendizaje inesperado,

sopesado en desafío.

Frente al conocimiento de la exigencia

descubrimiento y sorpresa anhelante.

Gracias por la paciencia

madre sabía de los años transitados

con el magma de sus fuerzas alocadas.

de caminos trillados, resecos y abonados

Gracias por el arte que despliegan sus paredes

por el mate estimulante de las mañanas,

por tu oreja siempre presta

a banales trivialidades.

Por tu alma que cobija

crecimiento y desencanto.

¡Sueños alcanzados!

Remolca mi alma energía y karma

en estos días laxos tus risas agolpadas,

la enseñanza es el encanto

de aprender gritos desahogados,

alegrías pernoctadas, preocupantes,

fútiles, lamentos ajenos

de los que no han transitado:

el espíritu educado.

Dedicado a la “Escuela Primaria 110. Remolcador ARA Guaraní”, González Catán, Pcia. Bs. As.