jueves, 29 de octubre de 2020

La escuela disléxica




 En la escuela disléxica te pueden otorgar un premio a la calidad educativa con errores de ortografía. Todos dirán que uno es un purista imbécil, que se anda fijando en esas cosas, pero yo sostengo con convicción que el detalle resume el estado de cuestión. El sistema educativo está plagado de ausencias de lecturas. Tómese por caso la situación administrativa del movimiento anual docente. Fijada la norma a través de una resolución que pauta estrictamente las condiciones para acceder al derecho laboral de mover tu lugar de trabajo, equivocan la dirección del mail al cual se debe gestionar tan importante decisión. Nuevamente, llamadlo error de tipeo, la falta de una letra obstruye la posibilidad de mejorar tus condiciones de vida. La falta de una letra puede constituirse en la anulación completa del desarrollo personal. 
La maestra corrije a diario los errores que ella misma no advierte en sí. Una maestra de la cual reservaremos su identidad, trazó un exagerado EXELENTE en medio de la hoja de su alumna de quinto grado, con tanta mala suerte que su mamá, la maestra de sexto, corrió a mostrar la ridícula corrección a todo el plantel docente que se burlaba abiertamente de la novelísima docente aún no recibida. La falta de una letra puede sesgar la autoestima de cualquiera. 
En otra oportunidad, otra docente, bajo la mirada de la primera, coloca MB 10 a las cuentas que estaban todas mal. Fue el momento de resarcimiento para el orgullo herido de aquella. La falta de lectura puede marcar un destino. 
En las instituciones pocas veces se recurre a la lectura, todo se comenta, nadie recurre a la fuente, cuando se repara en la letra escrita está equivocada o nadie se compromete en una lectura comprensiva y con autoridad dice lo que la letra escrita no puede decir. 
En la escuela disléxica la palabra no nombra, se exhibe y la escritura se anonimia en la oralidad. 

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