miércoles, 10 de agosto de 2022

Ana Consuelo (México) Ramón de la Cruz (Colombia) Karina Piriz (Argentina)

 

Ana Consuelo (Pintora) Karina Piriz (Poeta)


Ausencia

En la inservible saciedad del ser, la nada denota sus encantos fútiles y la vida se se somete a las instituciones. Encanto mortal que aleja la salida para encontrar el infierno más cercano, el propio, la quietud e inoperancia, revolcarse en el dolor para justificar la muerte, hacerse un ovillo reconcentrado, para querer volver a nacer...

                                                                     Procrear.

Crear una vida se aleja del lazo incondicional de amor. Los une el débito constante que se genera entre la nada y la existencia del ser. Cuando la luz amenaza ese instante de excitación brutal se instala la deuda absurda del neonato, eterna paga maltrecha que se extiende como un cáncer, para llegar al final de los días sintiendo que jamás fue saldada, que los que nos preceden, cual la malaria, arrastran el crédito atroz.

Podes elegir el instante suicida de creer que al procrear el lazo será tan fuerte como para unir las huellas rotas generadas por la pérdida del no ser. Sólo podemos ser para poder hablar de esto, pero ser implica quedar sujeto a las constricciones indeseables y al total alejamiento del amor que renuncia a todo débito-haber. Quedamos incomprendidos, enorgullecidos… Curioso regalo del amor que reniega toda deuda. 



Entendimiento absurdo

Los chicos perdidos en la adultez se encuentran. Reunión de egresados de primaria y en un día, la vida. Cuarentones vacíos de esperanza recuerdan el idílico espacio de la vida cuando eran toda potencia. Algunos frente a la delincuencia acechante de los pobres, otros remilgados proyectores de las elocuentes demandas del mercado. Aquí, sólo el deseo de encontrar al otro alivia el destino autoproclamado, porque en el reencuentro se recupera el mundo, el paraíso perdido en los fiascos de la lucha diaria; porque al encontrarse renueva el deseo de la lucha ausente.

Vuelve, el deseo, aunque es tan corrupto que no se desnuda, no alcanza a denostar la muerte porque ella, próxima y ausente te remeda.

 

                                                                                             

Los hijos y la inmortalidad: el universo cíclico.

Descubrir que no hay nada profundo en algo tan simple como vivir. ¿En qué demonios pensabas cuándo buscabas relaciones de amor perturbadoras?  Madres subrogadas, homoparentales, esperma donado: diferencias sutiles nos hacen pertenecer al género en el que nos sentimos cómodos. Pensar que el alma puede trascender por pretender encontrar en el otro aquello que no puede construir en lo propio: un padre sin dejar ver sus miserias marca el espacio recto del deber ser, aquel que no habilita el juego más allá de su inocencia, ese que espera temiendo lo improbable. La lucha de poder del sexo jugada en la arena secreta del eros compartido. Una mujer como trofeo y la anulación de la Afrodita por la entrega irresoluta entre el rey padre y los vasallos incomprendidos. La lucha de la Naturaleza que se muestra irreconciliable con la gracia del ser divino nos entrega el poder mágico de la Vida. Un espectador, un sueño, una madre conflictuada, una hija renegada, una mujer rebelada. El final, la nada. 

 

Ramón de la Cruz (Pintor) Karina Piriz (Poeta)

Después de ser bastardeado por numerosos imberbes, desconocedores ignorantes de las máximas virtudes de semejante máquina; tras ser vapuleado por la ignorancia y el descrédito de una clase social acomodada que prefiere el pago ceremonial de la cuota usuraria a las grandes empresas internacionales, para acceder al objeto fálico que lo hará sentir más hombre; después de haber soportado la injuria falaz de la decena de burgueses aburridos que salen de paseo a ver si logran sacar una tajada más de provecho en el reparto de la acumulación capitalista -aquellos que con la panza llena de vino y asado de un domingo entretienen sus mentes aburridas y su necesidad de seguir consumiendo- "y vamos a ver un auto..." ¡NO ES UN AUTO, es EL AUTO! Al fin, al caer la noche de un domingo las buenas y nobles manos de un trabajador, te reciben agradecido.

Navega

Navega mi alma la inmortalidad de los sueños

no vividos, no esperados, no deseados.

Insatisfacción que me renace, ¿qué es vivir?:

            El navegante incierto, la marea

Que sacude las ideas, y las penas…

El oleaje de lo incierto y el ritmo atento.

No me dejo llevar por el inmenso

mar de lágrimas, más intenso

y el delirio de creerse en el desierto.


Stunt

Cuando desfallecen las fuerzas y arrecia el desencanto es la puja de tu entusiasmo arrollador que me devuelve la voluntad robada. Cuando mi búsqueda de aventuras nuevas no encuentra adhesiones son tus ideas alocadas que renuevan la fantasía. Cuando las lecturas enajenaron mi alma son tus cuentos pueriles los que refrescan mi mirada.  Cuando la valentía para enfrentar la vida se desmorona son tus lanzados bracitos al vacío que advierten la cobardía. Cuando la memoria intenta borrar las emociones son tus años de amor que nos recuerda el nacer de una familia.



Insomnio

El brillo ancestral anticipó los funestos acontecimientos a los cuales arribaron tras largas décadas de desazón, desencuentros, malentendidos y desavenencias. La luz de la vida fue extinta en el ocaso de experiencias obstruidas, deseos insatisfechos, ilusiones perdidas. La matriz del amor entrañable, el pecho dulce, el calor de arrumacos maternales se desvanece y flota en el aura de las velas...

 

Karina Piriz (escritora). Edy Posso, Ana Cosuelo, Ramón de la Cruz (pintores)



 Edy Posso (pintor) Karina Piriz (escritora)

La creación


 

Un camino guía la pérdida de los sentidos y brota la creación. ¿La pérdida de los sentidos nos hará más sabios? En la década ingrata en que la vista no responde cómo quisiéramos es el avance del sentir lo que mueve el deseo de crear. La espalda baja deja entrever sus dolores y te hace entender que ni simbólico ni fáctico puedes seguir cargando la mochila. En esos momentos te paras frente a tus hijos adultos que te hacen ver  lo terrible de no haber cumplido tus sueños y ser consecuente con lo que  piensas, en esos momentos, en que descubres que no eras quien creías ser en una película, en el afán  inconstante de proponerte  ser aquello que dejaste en un cajón para tiempos mejores, en el momento en que te encuentras  mirando I-sat  "antes del amanecer" y en el medio de la   película cool,  descubres la banalidad de estar escribiendo esto, allí  ves lo trivial, en que te ha  convertido el mundo desde el día que decidiste salir a conquistarlo. Hubieras querido fijar el día histórico en que quistaste el velo, el mundo estaba allí para ser vivido, nada iba a suceder si no lo decidías. Hoy te encuentras responsable: una creación de veinticuatro años es por ti. Cocina y atiende sus seres queridos con el desborde mamado de un ser desbordado. ¿Por qué no pudo absorber la necesidad de trascendencia y virtuosidad que te esfuerzas en conquistar?    Tal vez porque la realidad es que nunca estuvo. Nunca te invadió como hubieras querido y entonces nunca, jamás, pudo transmitirse. Tan sólo dispersas las imágenes de desmesura y necesidad de absorber ....

El creador


¿Cuánto menos se depende de lo sensorial vamos camino a las ideas?  ¡Si Platón avalara mi idea del ser!... Alejado de lo sensorial logras ver la IDEA. Como universo de lo abstracto te converges para encontrarte en el espacio donde se conjuga el ser con la acción: no quiero ver porque poco puede aportarme el mundo lo que mi alma necesita, reflexionar para crecer, no quiero escuchar porque solo ruidos y palabras vanas invaden y perturban mi ser, no quiero sentir más que la mochila que recarga mi espalda con el karma es parte de una historia del desarraigo y desesperanza. No quiero vivir porque la suma de todo lo vivido está concluida.  Mucha falta por pagar y me ha tocado una cuota onerosa. Déjame impartir los pagos substanciales  obviando la esencia de mi pobre alma menesterosa

 

Las cicatrices en el  instrumento la creación









 

Encontrar el espacio para ser. ¿Cómo desatar el encuentro de mi alma con mi felicidad? Y las palabras no se agolpan, no fluyen como sucedía en la adolescencia. No hay necesidad de contar nada al mundo, ni de inventar ninguna historia porque ya todas las historias han sido contadas, pero sí surge la necesidad de combinar las palabras, buscar la imagen risueña, el cantar de las sílabas que me acerquen a un sentido sin sentido cósmico-cómico de la creación. Obligarme a instaurar ese espacio de la rutina de la escritura es obligarme a encontrarme y enfrentarme.

Poder creador de la mujer

 


Yo voy a poder. Voy a poder liberarme de mis ataduras para no depender de vos. Voy a poder encontrar mi camino para no transitar eternamente los desvaríos por los cuales andas y desandas. Inquieto e inconstante te debatís buscando tu espacio que parece estar en el cosmos y no aquí en la tierra junto a mí. No te alcanza mi entrega, no te alcanzó que te haya entregado mi juventud, mi instinto materno ni mi vida. No te alcanza, vas en búsqueda de algo más, no sé qué es, me interesa poder dártelo... en el afán perverso de darte todo, por qué habría yo de cubrirlo. Yo puedo, yo puedo salir de este dilema para buscar los propios...No tengo preguntas jamás, solo tengo afirmaciones falsas. Saber si estas palabras tienen tal vez algún sentido, inservibles, montañas de palabras tiradas a la basura. Inservibles, la palabra inservible...solo queda lo que sé: yo puedo. Puedo sostener esta rutina de dar vueltas, palabras vacías que irresistiblemente se afanan en salir. Yo puedo, cerrarte la conciencia y decidir qué dirá el pensamiento cuando logre alejarse de la palabra idiota. ¡Callad! ¡Inservible!  callad al instante para dejar lugar al raciocinio. Yo puedo hacer callar el alma para ocultarme tras las palabras. Yo puedo renunciar a tu amor y reanudar mi vida tras veinte años de pensarlo... yo puedo creer que me amas y todo puede cambiar en un segundo como si siempre nos amáramos como si nada de todo lo dicho tuviera sentido. Yo puedo ordenar mi vida en una rutina milimétrica que me tenga por protagonista, sin sufrir el desamparo de tener que lidiar conmigo, mi pensamiento errante. Yo puedo establecer la dinámica de la jornada laboriosa, el ejercicio físico intenso, la lectura aplicada y un poco de catarsis ocasional en expresiones autistas. Yo no puedo encontrar mi alma. No puedo dejar impregnado de emoción el momento en que mi ausencia te sorprenda. No puedo desaparecerme en el deseo sin que ello constituya un intento de castigo premeditado a tu ego. Yo puedo empezar a encontrar la libertad de no pensar en el trivial lugar que ocupo asistiendo a estómagos ofuscados, balances financieros equilibrados y emociones controladas. ¿Yo puedo recuperar el entrañable amigo confidente o deberé nuevamente encontrarlo?

Yo puedo lidiar con el hecho de que no eres mi confidente porque no puedes serlo, porque la mínima muestra de mi alma te deja vulnerable y es un arma que a punto de disparar atenta, finamente, someramente contra el deseo y los juicios, contra la convicción de que YO PUEDO.

No querés ni crees que pueda...

 

 Vivir  mutilando el estado de creación


Al despertar aquella mañana había pasado medio siglo. No era cualquier número, ni un cumpleaños más. Era el momento en que la capacidad de dar vida se venía agotando, el dolor de la mutilación estaba presente y la regularidad menstrual en aquellos últimos treinta y ocho años daba señales de finitud. Los calores la agobiaban a diario, el deseo iba en aumento, pero a veces el cuerpo no acompañaba. El cuerpo y sus cicatrices marcaba el destino hacia otra vida.  

Tres componentes del cóctel que significa vivir: dar vida, el deseo, el fin de la materialidad. Se preguntaba qué haría en los próximos años, que haría que le de felicidad. No había nada por lo cual fantasear solo una idea estricta, rigurosa de trabajo que la hacía mantenerse en estado de vigilia constante. Las obligaciones lograban a la larga rendir los frutos del éxito y por aquel estúpido resarcimiento surgían las motivaciones. Las durezas de estas conclusiones le impedían la escritura, la atormentan a diario porque está presente el slogan de “vive el día a día, el único día que existe es hoy…” Nunca la convenció esa idea publicitaria, aunque el peso de la misma signara sus emociones actuales.  Tras la intervención quirúrgica algunas decisiones había tomado: hoy será un día para ponerse a escribir y dejar de pasear por los perfiles de Facebook, los estados de wasap y las sonrisas de cartón que todos dibujamos frente a la cámara. Ella misma se mira en esos perfiles y aún recuerda los detalles de las fotos tomadas hace 20 años, cuando el auge por estas instantáneas compulsivas comenzó a llenar memorias de celular y poca memoria de la experiencia. Llenamos el celular de momentos, recortes expuestos que esconden la verdad, el sentir, tras una selfie, una pose. Posamos para olvidar quienes somos y nos mostramos como queremos ser, cómo tal vez nunca seamos, como fuimos antes del recorte. Asi llegó a los 50 preguntándose cuándo había pasado el tiempo que sólo había dejado fotografías de haber tenido tres hijos. No recordaba momentos de la crianza más que los que le daba la fotografía. Indagaba en esas sonrisas retratadas al pasar, robadas al instante, en las cuales buscaba la personalidad de aquellos niños, qué pensaban de su mamá, qué podría haber hecho que desatara más momentos como esos, por qué habían sido tan pocos y por qué no podía recordar otros que no estuvieran registrados. Cuando salía de vacaciones los cientos de fotos que tomaba de las cosas más insulsas tenía que ver con el miedo a perder la memoria de lo vivido. Ahora la memoria la llevaba en las marcas en el cuerpo.  Era como si al no estar capturado por la lente no existiera. El documento digital garantizaba la existencia y también denunciaba su falta. Faltaban momentos felices, un recuento de 20 imágenes era la síntesis de una vida. Por otro lado, había momentos que estaban impregnados en la memoria.  

Aquella mañana calurosa de marzo empezabas en la sala de cuatro. En el jardín todos te conocían por tu simpatía y la autonomía que tenías para decirle chau a papá, bajarte del auto con tu hermana, tirar un besito volador y entrar al jardín alegremente. Tu maestra, Lore, te esperaba en la puerta con una sonrisa que invitaba a dejar atrás la autoridad paterna y sumergiste en la frescura de la belleza juvenil y divertirse con los juegos que la seño proponía. Aquella mañana de marzo no fue así y las pruebas han quedado fuertemente plasmadas en mi cuerpo.  

Lo más difícil era lidiar con las noches y la colcha que volaba de un lado a otro de la cama. El aire acondicionado se prende y se apaga a cada rato. No conforma cuando esta encendido y es soporífero el ambiente cuando está apagado.

– Prendé el ventilador para que circule. Apagá el aire. Pará que tengo calor, correte un cachito.

Asi a la una, a las dos, a las tres y a las cinco ya nos vamos levantando porque para seguir dando vueltas mejor irse a tomar unos mates.

Despertar sin sueños. No soñé nada sin embargo me abruma esa sensación de preocupación con la que me despierto. El relojito que marca el ritmo cardíaco dice que el momento de más estrés lo tuve a las tres de la mañana, al despertar abruptamente pensando en el proveedor y la madre citada el día anterior. Me preocupa quién falta el día siguiente, a qué grado deberé ir a dar clases porque la maestra no vino, qué habrá pasado entre Tomás y Lautaro que se agarraron a piñas el día anterior, qué haremos si faltan las milanesas para todos los chicos, qué denunciarán esta semana los padres. Me preocupo igual que me preocupaba en la otra escuela cuando las preguntas eran cómo estaba la nena de primero que terminamos en el servicio local denunciando a los padres por abuso, por qué hacía un mes que no venía Juancito o cómo voy a hacer para darles de comer a 700 con un presupuesto para 300. Siempre mi sueño invadido por el trabajo que no es cualquier trabajo.

Los sueños ausentes no eran solo los nocturnos. Faltaba encontrar el motivo, el camino de proyección para los próximos 50. Buscaba intensamente los espacios para la felicidad. Feliz era en un recital de rock, en el reconocimiento de mis pares, en la necesidad de ser necesitada. Mi amor necesitaba mi amor, mis hijos no tanto. La procreación se dejaba atrás sin nostalgia y sin resabios melancólicos de crianza. No hay necesidad de tener bebés en brazos como les pasa a la mayoría de mis compañeras cincuentonas que apenas se jubilan empiezan a tener el jardín de infantes en su casa. Los hijos creen que mamá ya no tiene nada que hacer y por lo tanto qué mejor para que me cuide la nena. Algunas mujeres no sabremos qué hacer pero seguro es lo que no queremos hacer. Sin embargo, la cultura instalada nos impone lo que debemos hacer y parece un grillete del cual nunca nos podremos desprender.

 Ana Consuelo (Pintora) Karina Piriz (Poeta)

Ausencia

En la inservible saciedad del ser, la nada denota sus encantos fútiles y la vida se se somete a las instituciones. Encanto mortal que aleja la salida para encontrar el infierno más cercano, el propio, la quietud e inoperancia, revolcarse en el dolor para justificar la muerte, hacerse un ovillo reconcentrado, para querer volver a nacer...

                                            Procrear.

Crear una vida se aleja del lazo incondicional de amor. Los une el débito constante que se genera entre la nada y la existencia del ser. Cuando la luz amenaza ese instante de excitación brutal se instala la deuda absurda del neonato, eterna paga maltrecha que se extiende como un cáncer, para llegar al final de los días sintiendo que jamás fue saldada, que los que nos preceden, cual la malaria, arrastran el crédito atroz.

Podes elegir el instante suicida de creer que al procrear el lazo será tan fuerte como para unir las huellas rotas generadas por la pérdida del no ser. Sólo podemos ser para poder hablar de esto, pero ser implica quedar sujeto a las constricciones indeseables y al total alejamiento del amor que renuncia a todo débito-haber. Quedamos incomprendidos, enorgullecidos… Curioso regalo del amor que reniega toda deuda. 

Entendimiento absurdo

Los chicos perdidos en la adultez se encuentran. Reunión de egresados de primaria y en un día, la vida. Cuarentones vacíos de esperanza recuerdan el idílico espacio de la vida cuando eran toda potencia. Algunos frente a la delincuencia acechante de los pobres, otros remilgados proyectores de las elocuentes demandas del mercado. Aquí, sólo el deseo de encontrar al otro alivia el destino autoproclamado, porque en el reencuentro se recupera el mundo, el paraíso perdido en los fiascos de la lucha diaria; porque al encontrarse renueva el deseo de la lucha ausente.

Vuelve, el deseo, aunque es tan corrupto que no se desnuda, no alcanza a denostar la muerte porque ella, próxima y ausente te remeda.

 Los hijos y la inmortalidad: el universo cíclico.

Descubrir que no hay nada profundo en algo tan simple como vivir. ¿En qué demonios pensabas cuándo buscabas relaciones de amor perturbadoras?  Madres subrogadas, homoparentales, esperma donado: diferencias sutiles nos hacen pertenecer al género en el que nos sentimos cómodos. Pensar que el alma puede trascender por pretender encontrar en el otro aquello que no puede construir en lo propio: un padre sin dejar ver sus miserias marca el espacio recto del deber ser, aquel que no habilita el juego más allá de su inocencia, ese que espera temiendo lo improbable. La lucha de poder del sexo jugada en la arena secreta del eros compartido. Una mujer como trofeo y la anulación de la Afrodita por la entrega irresoluta entre el rey padre y los vasallos incomprendidos. La lucha de la Naturaleza que se muestra irreconciliable con la gracia del ser divino nos entrega el poder mágico de la Vida. Un espectador, un sueño, una madre conflictuada, una hija renegada, una mujer rebelada. El final, la nada. 

Ramón de la Cruz (Pintor) Karina Piriz (Poeta)

Después de ser bastardeado por numerosos imberbes, desconocedores ignorantes de las máximas virtudes de semejante máquina; tras ser vapuleado por la ignorancia y el descrédito de una clase social acomodada que prefiere el pago ceremonial de la cuota usuraria a las grandes empresas internacionales, para acceder al objeto fálico que lo hará sentir más hombre; después de haber soportado la injuria falaz de la decena de burgueses aburridos que salen de paseo a ver si logran sacar una tajada más de provecho en el reparto de la acumulación capitalista -aquellos que con la panza llena de vino y asado de un domingo entretienen sus mentes aburridas y su necesidad de seguir consumiendo- "y vamos a ver un auto..." ¡NO ES UN AUTO, es EL AUTO! Al fin, al caer la noche de un domingo las buenas y nobles manos de un trabajador, te reciben agradecido.


Navega

            Navega mi alma 

la inmortalidad de los sueños

no vividos, no esperados, no deseados.

Insatisfacción que me renace, ¿qué es vivir?:

            El navegante incierto, la marea

Que sacude las ideas, y las penas…

El oleaje de lo incierto y el ritmo atento.

No me dejo llevar por el inmenso

mar de lágrimas, más intenso

y el delirio de creerse en el desierto.

 Stunt

Cuando desfallecen las fuerzas y arrecia el desencanto es la puja de tu entusiasmo arrollador que me devuelve la voluntad robada. Cuando mi búsqueda de aventuras nuevas no encuentra adhesiones son tus ideas alocadas que renuevan la fantasía. Cuando las lecturas enajenaron mi alma son tus cuentos pueriles los que refrescan mi mirada.  Cuando la valentía para enfrentar la vida se desmorona son tus lanzados bracitos al vacío que advierten la cobardía. Cuando la memoria intenta borrar las emociones son tus años de amor que nos recuerda el nacer de una familia.

Insomnio

El brillo ancestral anticipó los funestos acontecimientos a los cuales arribaron tras largas décadas de desazón, desencuentros, malentendidos y desavenencias. La luz de la vida fue extinta en el ocaso de experiencias obstruidas, deseos insatisfechos, ilusiones perdidas. La matriz del amor entrañable, el pecho dulce, el calor de arrumacos maternales se desvanece y flota en el aura de las velas...

Riacho proletario

 



Riacho proletario

La limpieza del riachuelo es estanco de los sueños,

El burgués de cara al río, el pobre de espaldas al tiempo.

 Fluye curso de emociones, bronca acumulada, el deseo:

De meter las patas y arañar con furia el pringoso agujero

Navegamos podredumbre, el potaje maloliente del trabajo,

el disfrute de los pobres, frescos humedales de fracasos.  

Violentado el espacio, ese bosque y ese río vulnerado …

tan próximo a los goces expropiados, aquel curso natural idealizado.

Riachuelo que emerges y te construyes, con el limo acumulado de los huesos,

Es tu margen de pañales y botellas, el resabio de la vida, la protesta

A un costado marginal del ser urbano, la mirada apartada matancera.  

De los campos conocidos por los Quilmes

un vestigio que recuerda solo queda,

ya no es la esencia que sería ¿quién podría conocerla?

solo la feroz embestida de la defensa.

¿Habría de ser tu materia, el desecho del sudor del obrero

el producto de su sangre hecha fábrica, los despojos de sus sueños,

los residuos del consumo que anhelas, desperdicios extranjeros?


Alma, siempre fuerte.


ROTARY INTERNACIONAL 


https://issuu.com/aniedition/docs/rotary_literario_/12




Hacía mucho tiempo que había dejado su casa materna, en el barrio de Caballito, para ir a vivir a Barrio Independencia, barrio ubicado justo en el medio del partido de la Matanza. Calles de tierra, negocios atestados de ropa y comida, y la sensación de que lo importante se debatía si tenías el estómago lleno.

Se levantó, se puso el jean que usaba todos los días y salió bajo la lluvia, evitando los charcos de barro descompuesto por la acumulación de muchos días de agua y la falta de recolección de residuos. Antes de partir, sacó la basura y por supuesto al pasar por la puerta del jardín comunitario dejó la bolsa encima de una pila nauseabunda de inmundicias. No hay otra forma de deshacerse de los desperdicios que no sea dejándolos en la puerta del jardín, por lo menos ahí sí hacen la recolección dos veces a la semana. Por la tarde, cuando vuelva para casa, seguro me encuentro los restos de la cena de anoche desperdigados por toda la vereda, pensó.

Es verdad, por la tarde, se encontraría a los perros hurgando las bolsas, destruyendo los vestigios de una abundancia inexistente. Se confundiría con los mismos perros que durante todo el día transitan puertas adentro la institución. Allí se quedan esperando que una rodaja de pan pintado con mermelada caiga al piso para iniciar una lucha del que más puede con otros de los canes lazarillos. Pasado el momento de la merienda, se quedan, se siguen quedando, instalados en el patio sorteando los “¡cucha, cucha!” de toda la escuela, o asistiendo al acto estratégico de sondear su olfato con algún pedazo de pan con pan, hacia la puerta.

El barrio melancólico, esperaba el abrigo del sol para salvar su miseria. Las tortillas eran un mimo en estos días. Todo aquel que saliera en la mañana, temprano hacia su trabajo, debía pasar inevitablemente delante de Mary quien desde las cinco estaba amasando y tratando de prender el fuego con unas ramas húmedas. El olorcito del paraíso con la grasa vacuna estimula cualquier paladar refinado. Recogió dos tortillas para compartir con sus compañeras docentes. Por la mañana mate por medio y risas desaforadas, por la tarde el tereré para despertarse un poco de la modorra.

Caminó unas seis cuadras hasta la parada del colectivo que la dejaba en la escuela de villa. Por suerte el sesenta por ciento extra que le pagaban por ir a trabajar a un lugar desfavorable le permitía darse el lujo de retomar sus placeres burgueses de sus años de ciudadana porteña. Pasó sus años de infancia concurriendo a la Escuela Normal nº 4 y sus vacaciones en Mardel en lo de la tía, así que no pensaba resignar jamás las vacaciones para su familia.

Extendió la mano, se mojó la manga del guardapolvo que con la chorrera del paraguas empezó a dejar de ser blanco; paró el bondi y subió distraídamente.  En el fondo de la unidad un par de ojos maliciosos la escrutaban, dos guachines, de gorrita vociferaban procaces. Trataban de llamar la atención del mundo, en un mundo que venía ahogando sus voces desde su nacimiento. Esa necesidad de hacerse oír no se podía reprimir con estereotipos de lo que significa “ubicarse”. El medio es público y la furia también.

 El paisaje de "La Palito" se sublevaba frente al Shopping y el hipermercado. Se bajó del 406 adentrándose en los pasillos del Barrio Almafuerte como si fuera un vecino más. La violencia concentrada en esas caritas quemadas por el carbón que calefacciona y sirve de cocina en los ranchos, se desata en ruidosos transitares por los pasillos de la escuela. Sus paredes de lata son la membrana que recibe los golpes rítmicos, los mismos golpes que cada uno de los niños recibió la noche anterior, antes de ir a dormir, por haberse quejado de que no había nada para comer.  El rugir de esos tambores furiosos quedaba grabado, anidado en los oídos, sin posibilidad de silencio, aunque le pidiera a sus hijos que no le hablaran por un ratito.

Abrió la puerta de la sala de maestros y las chicas contaban las vicisitudes de Susana y Tinelli. Ya era tarde y la reja de la escuela no se había abierto pero lo perros transitaban esperando la delicia matutina. Alma desprendió un trozo de tortilla, le dio un mordisco furioso como para adentrarse con ganas a lo que le deparaba el día y como al pasar vio el rojo brillante en la cara de su alumnita de primer grado. El grito desgarrador y los ladridos se conjugaron. El perro salió despavorido perseguido por la escoba furiosa de la portera. Jenny lloraba detrás de una cortina de sangre que le chorreaba la cara, los chicos gritaban, los grandes gritaban más, la Directora no estaba, las chicas dejaban el mate para asomarse a ver qué pasaba, el ruido, la mugre, el barro, las panzas vacías, los desperdicios y los perros, la miseria y la grasa… y ella fuerte, junto a los pobres, limpiando la cara destrozada de la pobreza.