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Revista
30.000 veces literatura
Elogio a la imperfección.
Desconocer el camino, dudar de los destinos, arbitrar libertades, no ver los desatinos. Te quiero así imperfecta e ilusa, creyendo que sobre tus ciernes se debate el destino. Arriesgando en cada esfera un pedazo de tu sueño, de tu vida, de tu dueño. Te quiero absorta en tus juegos cotidianos, de luchar contra la vida, aunque el vicio de los días tan tranquilos no de prisa. Te quiero, idealista de fracaso conquistando: fantasías de logro, abstraídas, realidades construidas. Espero ciego de ilusiones que en el paso de los días, derrotero de esperanza de un laúd, tú transitas: por los días, por las noches de desvelo, por el peso de misiones concluidas; por jornadas venideras y acciones que aquí mismo se iluminan; por mañanas evaluativas y lo que espera del día... por la mirada de aquellos y las pasiones del día; por tu sonrisa tan plena y tu lectura tan mía, por locuras antedichas, por lo dicho aún callado, por este Sol que me ilumina...
Un día tuve un padre.
Este desapareció tras el celo del
amante.
Otros padres sucedieron
y en el tránsito de la orfandad
perecieron.
El poeta, el artesano, el obrero…
busca infructuosa el desamparo de
los ciegos,
los inútiles, los que no tiene
remedio.
Soledad de origen triste,
identidad de suelo virgen,
riqueza de sueños pobres
densidad de sueños tristes
y tu voz lejana ausente
que me dice cómo son los tiempos,
cómo pensar el mañana,
cómo vivir lo que es nuestro...
Y sin tu voz, faro siniestro
es el mundo que ha quedado
incierto, desnudo de voces,
carente de cielo, oscuro destino,
sombrío desierto.
Inimaginable certeza de verse
despierto, ausente te espero.
Seguridad ajena de encontrarte:
siempre, que me dieras la seña
de los días claros, de las voces
nuevas
de comenzar un futuro
por vías ajenas…
De encontrar el pasado en rutas
certeras
de encontrarte a mi lado…
Alentando caminos, desechando
recuerdos,
renovando los sueños... ¡Te dejo!
Gracias por la alegría,
por el encanto del encuentro día a día,
por las palabras que ya no son necesarias ser
dichas,
por el momento mágico de la vida.
Gracias por la enseñanza,
por las mañanas de lecturas y debates.
En desencuentros y miradas atónitas
se construyó la realidad frente al embate.
Gracias por el silencio del aprendizaje
inesperado,
sopesado en desafío.
Frente al conocimiento de la exigencia
descubrimiento y sorpresa anhelante.
Gracias por la paciencia
madre sabía de los años transitados
con el magma de sus fuerzas alocadas.
de caminos trillados, resecos y abonados
Gracias por el arte que despliegan sus paredes
por el mate estimulante de las mañanas,
por tu oreja siempre presta
a banales trivialidades.
Por tu alma que cobija
crecimiento y desencanto.
¡Sueños alcanzados!
Remolca mi alma energía y karma
en estos días laxos tus risas agolpadas,
la enseñanza es el encanto
de aprender gritos desahogados,
alegrías pernoctadas, preocupantes,
fútiles, lamentos ajenos
de los que no han transitado:
el espíritu educado.
Dedicado a la “Escuela Primaria 110.
Remolcador ARA Guaraní”, González Catán, Pcia. Bs. As.
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