Hombres necios que acusáis a la mujer sin
razón…
Una
de las formas que toma la carta es la respuesta como defensa. (Colombi, 1996): Sor
Juana se defiende de tres acusaciones que
le hace el obispo de Puebla: la separación sacro- profano, la vanidad del
conocimiento y el don recibido. Presenta la argumentación de su defensa,
siguiendo las pautas del discurso forense: el exordio, la narración, la
prueba y la peroración (Perelmuter, 1983:150). La autobiografía y autodefensa
se aúnan en la carta respetando sus partes: salutación, captatio benevolentiae, narración, petición y conclusión, en una
suerte de fingida familiaridad y aceptando la mascarada de Sor Filotea como
mujer. Identificaré las estrategias retóricas para explicar qué función tienen
y cómo se insertan en la de la defensa de la acusación de excesiva erudición en
el exordio y la narración.
En
el exordio se defenderá haciendo uso de los tópicos de la humildad, el Don de
Dios y la inevitabilidad de la luz del entendimiento. Las adjetivaciones, los subjetivemas, colocan al destinatario, Sor
Filotea en un lugar destacado, de prestigio, superior a sí misma: ilustrísima,
mi señora, misericordiosa, vuestra grandeza, que se contrapone con el tópico de
la humildad: la incapacidad de decir algo digno. Esta exageración del receptor mientras que mitiga la figura de la monja tiene por objeto desprenderse de la
acusación de soberbia pero al presentarse a sí misma como poetisa, no como
monja, centra el eje de la discusión sobre el rol intelectual. La ironía respecto al género, fundada en
que destinador/destinatario son mujeres, tendrá por objeto la alusión directa a
la concepción de género que SJ está discutiendo. Las estrategias defensivas se
vinculan con la incapacidad, la falta de responsabilidad frente a la
inclinación hacia el saber, y la escritura. Se justifica diciendo que fue
obligada, violentada y forzada a escribir pero agradece por el favor hecho con
la publicación de la carta Atenagórica. El uso del exempla de la Madre de
Bautista cierra con “Asi yo diré …” y de esta manera establece la ligazón con
la autoridad que cita.
Acepta
la acusación de mal servir a Dios y la consideración del Don como medio de
castigo, avergonzándola. Este es el designio de Dios, y Sor Juana se presenta
como aquella que puede interpretarlo y a su vez reconocer la falta. El símil entre el destino de ella y el de
Cristo “cabeza que es erario de
sabiduría no espere otra corona que de espina” (p.455), y el símil con Moisés en el exordio, justifica
que por ser favorecida por Dios este le
infunde aliento para hablarle y pedirle
imposibles, de la misma manera que SF al publicar la carta la favorece para
hablar. La pregunta retórica que
lleva a la duda, le permite evitar la acusación de vanidad y conduce a que la
argumentación sobre el beneficio que le ha hecho Dios sea efectivamente
asertiva: “¿qué entendimiento tengo
yo, qué estudio, qué materiales, ni qué noticias
para eso, sino cuatro bachillerías superficiales?” (p.444) La anáfora refuerza su justificación de incapacidad
y la consideración de persona no digna para dedicarse a las Sagradas escrituras, sin
embargo seguidamente hace referencia a los Cantares y el Génesis.
La
enumeración de imposibles (agradecer
y decir algo digno) son planteados por SJ como digresión que “arrebató la fuerza de verdad”(p.441) porque en
realidad lo que quiere confesar es que “Aquellas cosas que no se puede decir, es menester decir siquiera que no se puedan decir,
para que se entienda que el callar no es haber qué decir sino no caber en las voces lo mucho que hay que decir” (p.442). El quiasmo, al invertir el lugar de la palabra invierte también su sentido y refuerza el tema del conocimiento. En
este juego de palabras se excusa de su actividad intelectual pero veremos que
en la narración reclamará la presencia de discípulos.“No estudio para escribir y menos para enseñar (que fuera en mi
desmedida soberbia), sino sólo por ver si con estudiar ignoro menos” (p.444). Dios me ha dado la fuerza para
escribir, amor a la verdad, es algo involuntario, que depende de los designios
de Dios.
Comienza
la narración de las cosas que no se puede decir: el estudio es el camino de
acceso a la sabiduría y superación de la necedad en hombres y mujeres. La autobiografía
le permite confesar la aceptación del don y defender un estudio diferente de la
Teología que la Iglesia dificulta con distracciones y persecución. El retrato
sobre la infancia se centrará en describir cómo no ha podido negar los designios de Dios. “Me encendí en
deseo” es una imagen que
estilísticamente remite a un pecado carnal y argumentalmente, la inculpación se
desvía en la defensa: “Dios ha querido darme esta prenda o castigo” (p.447). La
adjetivación para referirse al beneficio fluctúa entre negra inclinación,
vicio y exceso, es decir, pecados. Las marcas de subjetividad (primera persona,
paréntesis y exclamaciones) incorporan la ilusión de diálogo
informal y sinceridad, posibilitan la
presentación de juicios de valor y abre el cuestionamiento sobre las acusaciones. La presencia de
testigos refuerza la idea de injusticia y da prueba de la inevitabilidad del
deseo de saber. A través de la etopeya discurrirá
cómo ya en la infancia se evidenciaba su
amor a las letras. La guía su afán de conocer “de leer y más leer, de estudiar y más estudiar” (p.447). La redición
argumentalmente refuerza la aceptación del favor divino y
estilísticamente aporta ritmo a la frase, transmitiendo la imagen de no poder
parar. El uso de la primera persona
narrativa, el tono confesional garantizan la verdad de los hechos expuestos.
La ciencia y el arte son el camino para
alcanzar la teología. De esta manera plantea la cuestión de la interpretación
sobre las sagradas escrituras. Entender la Biblia se requiere estudiar diversas
e infinitas cosas que se engarzan porque todas salen de Dios. Uno de los
argumentos de SF era que debía ocuparse del estudio de la Biblia. La retorsión
es la estrategia que utiliza SJ
para incluir su discusión sobre el tema del
conocimiento lícito. Las preguntas
retóricas reforzadas con la anáfora
“cómo..” (p.448) pone sobre el tapete el tema del equívoco sobre lo que es necesario estudiar para entender las
sagradas escrituras. El argumento se ilustra con la metáfora de la “cadena universal” y cita a Quirquerio como autoridad. El equívoco es una figura muy
importante del Barroco (Maravall,1975) que en SJ habilitará el discurso
reivindicativo sobre el saber profano.
Los
ejemplos metafóricos y comparaciones
(p.450) que SJ son prueba de que
aplicarse a la Teología no implica encerrarse en las Sagradas escrituras. El polisíndeton agobia tanto como las
tareas que la alejan del estudio (p.445). La ironía denuncia la
persecución: “cuando se apasionan los hombres doctos prorrumpen en semejantes
inconsecuencias…¡Valgame Dios, que hacer cosas señaladas es causa para que uno
muera!” (p.454). Irónica se pregunta a partir del uso de la prosopografía y la etopeya en la construcción del retrato
de Cristo, cómo los hombres doctos se equivocaron determinando que Cristo
muriese. Si cometieron semejante exceso podría volver a suceder, aquí incluye
SJ el análisis de la Crucifixión que argumentativamente va a funcionar como una
alegoría porque el cerco en la
corona de Cristo, es el cerco que este puso al Príncipe de las Tinieblas y será
el mismo cerco que le están aplicando a SJ con la persecución. Al negar, afirma
“no quiero (ni tal desatino cupiera en mi)
decir que me han perseguido por saber”(p. 457) y para desterrar la
acusación de no dedicarse al estudio de la Biblia, cita a Lázaro. Finalmente
desarrolla irónicamente (Aristóteles guisando) cómo es posible conocer a Dios
en el estudio de todas las cosas porque él las crió: en el trompo, en el guiso,
en las líneas del cuarto. Asi como hay un intento de “hablar de las cosas en
general” (p.469) hay una planteo sobre el conocimiento que no se limita al
saber sacro sino que se extiende al profano. Se responsabiliza de cometer
herejía no contra Dios por leer lo
prohibido sino contra el arte: si la Iglesia me pena me deja sin cuidado porque
si yo no tengo aptitud para los temas
Sagrados tampoco soy culpable de herejía.
La
identificación y análisis de las estrategias retóricas intentó demostrar como
el débil se vale de “tretas” (Ludmer,1984), cómo utiliza los recursos canónicos,
los estrictos preceptos retóricos con una diferente funcionalidad ideológica
(Moraña,1998:59). La polémica se desata con la carta Atenagórica y SJ agradece
su publicación porque le permite decir
antes que callar, y en este sentido, a través de la discusión en el ámbito
eclesiástico poder cuestionar la doctrina: “La teología como máscara de la política” ( Paz,1981:83)
Apenas finalizada la autobiografía, la
confesión y la apología (Volek, 1998:343) que no sólo no le impiden a SJ retomar
la vieja disputa entre la ortodoxia y la heterodoxia, sino también plantear la
discusión acerca del conocimiento; pasa
a enumerar
todas las mujeres insignes en las letras. Utiliza la primera persona del plural
no por una vacilación genérica
(Perelmuter, 2004:73), ni un deseo de trascender de su condición de mujer, sino
para superar sí la dialéctica hombre- mujer.
Necio pude ser cualquiera, hombre o mujer que no tenga la aptitud. La
familiaridad planteada en el discurso, el desarrollo de su historia de vida, se corresponde con el argumento de que se
puede aprender de todos los aspectos de la vida y esconde la erudición de la
cual se la acusa. Son el punto de base para intentar convencer a su
destinatario, la Iglesia católica, que la sabiduría es la perfección del
entendimiento humano. En este sentido los límites de la femineidad a los cuales
se refiere Perelmuter (2004:73), se
relacionan en la Carta no tanto con el
deseo de trascender su sexo, sino con la superación de las jerarquías sexuales “los hombres que con
solo serlo piensan que son sabios” (p.462).
Sumergida
en el marco de una “sensibilidad criolla y el estilo barroco” (Paz, 1981) Sor
Juana hará un uso desviado de su discurso como monja y letrada colonial en la
consolidación de la doctrina poniendo en cuestionamiento ante la jerarquía
eclesiástica el lugar del conocimiento, la separación entre lo sagrado y lo
profano, la ciencia y las artes como escalones para llegar la sabiduría.
Bibliografía
Colombi, Beatriz,
“La respuesta y sus vestidos, tipos discursivos y redes de poder en la
‘Respuesta a Sor Filotea’” de Sor Juana Inés de la Cruz”, Mora, n.2, 1996, 60-66.
Ludmer,
Josefina, “Tretas del débil” en P.González y E. Ortega (Comp.), La sartén
por el mango, Puerto Rico, Huracán,
1984.
Maravall,
Antonio, La cultura del barroco, Barcelona, Ariel, 1975.
Mogillansky,
Gabriela, Recursos
retóricos. Barroco y modernismo,
BsAs, FFyL, 2009.
Moraña, Mabel. Viaje
al silencio. Exploraciones del discurso barroco, México, UNAM, 1998.
Paz,
Octavio, Sor Juana o Las trampas de la fe, México, FCE,
1981.
Perelmuter,
Rosa, “Género y voz narrativa en la poesía lírica de Sor Juana”, en Los límites
de la feminidad en Sor Juana Inés de la Cruz, Madrid, Iberoamericana, 2004, 71-83.
Perelmuter,
Rosa, “La estructura retórica de la Respuesta a sor Filotea” en Hispanic
Review, vol. 51, n. 2, primavera
1983.
Sor
Juana Inés de la Cruz, Obras completas, I-IV, México, FCE, 1951-1955 (selección). Los números ( ) corresponden
a esta edición.
Volek, Emil, «La
señora y la ilustre fregona: las trampas de la comunicación, teología y poder
entre Sor Filotea y Sor Juana», en Margo Glantz (ed.), Sor Juana Inés
de la Cruz y sus contemporáneos, México, UNAM /
CONDUMEX, pp. 333-57, 1998.
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