sábado, 16 de junio de 2012

Procrear.

Crear una vida se aleja del lazo incondicional de amor, si los une el débito constante que se genera entre la nada y la existencia del ser. Cuando la luz amenaza ese instante de excitación brutal, el ser instala la deuda absurda del neonato, eterna paga maltrecha que se extiende como un cáncer para llegar al final de los días sintiendo que jamás fue saldada, que los que nos preceden arrastran el crédito atroz de la malaria. 
Podes elegir el instinto   suicida de creer que al procrear el lazo será tan fuerte como para unir las huellas rotas generadas por la pérdida del no ser. Sólo podemos ser para poder hablar de esto, lo se. Pero ser implica quedar sujeto a las constricciones indeseables y al total alejamiento del amor que renuncia a todo débito-haber. Solo quedamos nosotros, incomprendidos, enorgullecidos del ser, regalo del amor que reniega toda deuda. 

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