Verba dicendi
Sopesar el tránsito de la vida transcurrida
Evaluar el encanto de los días, abstraída
transmitir el incitar emociones, eclipsada
intuir el infinito que despliega tu mirada.
Olvidar el vacío de los días congelados
Presentir los encuentros de momentos añorados
Cancelar el fastidio con palabras anegadas
lisonjear la existencia, denunciar la acción ponderada.
Terciar el verbo que lastime la coraza,
Vaticinar el mar en silencio, adular la nada soterrada.
alardear de poesía acreditada.
Acertar a pregonar conclusiones imaginadas
Declarar lo incierto, acciones preconizadas
Engendrar mutismo, mascullar la queja
la fémina ruega, objetar
conciencia.
Dejaré
Dejaré este tiempo de rencores,
este afán obsecuente del dolor y la tristeza.
Dejaré mi cuerpo librado a sus humores,
al deseo y las noches satisfechas.
Dejaré que me amen, que me odien y me entiendan
solamente siendo ajena al sufrir que me
alimenta.
Dejaré de esperar que la vida me sorprenda
que no sirven fantasías para el alma que aqueja.
Dejaré esta vil alianza con la impotencia
en memorias dibujadas en cursiva que se añeja.
Dejaré fluir la pluma y los dedos que teclean
pensamientos que suspiran, que saben que se
destierran.
Dejaré que las miradas fraternales me
enternezcan
y el encuentro de las voces diga fin a mis
miserias.
Dejaré el rencor anidado que sopesa
Una bola de juicios enquistados se renueva.
Dejaré un espacio para el rictus cotidiano
de no proyectar mis días venideros ni ajenos.
Y la maternal discordancia de los hechos
Asolada de este cinismo funesto, dejaré.
Riacho proletario
La limpieza del riachuelo es estanco de los
sueños,
El burgués de cara al río, el pobre de espaldas
al tiempo.
Fluye
curso de emociones, bronca acumulada, el deseo:
De meter las patas y arañar con furia el
pringoso agujero
Navegamos podredumbre, el potaje maloliente del
trabajo,
el disfrute de los pobres, frescos humedales de
fracasos.
Violentado el espacio, ese bosque y ese río
vulnerado …
tan próximo a los goces expropiado, aquel curso
natural idealizado.
Riachuelo que emerges y te construyes, con el
limo acumulado de los huesos,
Es tu margen de pañales y botellas, el resabio
de la vida, la protesta
A un costado marginal del ser urbano, la mirada
apartada matancera.
De los campos conocidos por los Quilmes
un vestigio que recuerda solo queda,
ya no es la esencia que sería ¿quién podría
conocerla?
sólo la feroz embestida de la defensa.
¿Habría de ser tu materia, el desecho del sudor
del obrero
el producto de su sangre hecha fábrica, los
despojos de sus sueños,
los residuos del consumo que anhelas,
desperdicios extranjeros?
Recuerdos
A Juan Carlos Martínez.
Tu porte frente al espejo, brocha en mano
dibujando la paciencia.
El elogio a flor del pecho, torso erguido y el
encanto
en la palabra el aliento, en mi mirada el perdón
a aquel soneto.
Y el elogio desmedido, a los artistas que aún no
fueron.
Dulce guía de los destinos, trabajador
incansable del verbo,
buscando la voz exacta que diera voz al obrero…
Gestor de la cultura independiente, solitario,
fuerza
autónoma, vehículo de escritores en proceso.
De
pintores su mecenas, antólogo de lo incierto.
Ediciones colectivas, mancomunando el deseo,
la voz del coplero te revive en sus raíces de
tierra adentro.
En ese afán de explorar virtudes en aquel
bodegón de 1900
pergeñaste colecciones que exploran la dote del
verso,
el trabajo del artista modelaste, sin eclipsar
los sueños,
sin
dilapidar antojos lograr trascender el momento.
Te seguimos extrañando, tu presencia se hace
pueblo
los poetas hoy presentes hacen firme el recuerdo
es Santiago que te llora y tus hijos que
añorando
van
transitando el tiempo.
Ganamos vida en la vida,
En este sótano germinado de musas,
Hoy con vos me encuentro.
Sangre matancera
En la margen del riachuelo suburbano
los pañales, la cerveza y las bolsas
la basura del consumo cotidiano
el desecho monetario de la industria
y los puestos de verdura improvisados
se acumulan en desidia infructuosa.
Delicia la del pobre que en el agua estanca
al calor del charco pantanoso.
chapotea en el espejo amarronado
con la sorpresa de pisar un vidrio roto.
Barroso cauce que refleja el moaré
el Brillo del sol perpetrando la oscuridad:
un chupete se enrosca en el pulgar.
Come los pliegues una hambrienta barracuda
entre los dedos de una infancia desnutrida
En el limo pringoso que se cuela anida
Los votos, el reclamo, la injusticia,
la sangre del pueblo matancero
¡hoy no se calla y recrimina!
Biografía.
Karina Piriz es Licenciada en Letras
(UBA). Se desempeña hace 29 años como docente en diferentes niveles educativos.
Desde 2016 ha sido seleccionada en diversas colecciones literarias en Argentina
y España. Es parte del Colectivo Autores de La Matanza, participa del Taller
literario Experiencia Letras y es Miembro activo del Grupo de Trabajo de
Escritores internacionales “Juntos por las Letras”. Último libro publicado en
Ediciones del Parque, Tucumán “Confluencia literaria. Tomo VII” presentado en
la Ronda de lecturas en la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno” (CABA), Feria
del libro de Bs. As. y Café Tortoni. Primer premio en X Concurso
Poético-artístico Internacional UPF Argentina 2021-2022. Publicada en Antología
"La Matanza en Letras" y 11° Antología de poemas y relatos. Colectivo
Autores de La Matanza.
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