lunes, 17 de marzo de 2014

Convulsiona




Salió, para descubrir subrepticiamente que el mundo estaba allí. No pretendia encontrar  algo que estaba mas allá o más acá  de la realidad. Sólo aquello que no tenía en la prosaica vida... Todas las mañanas despertaba para pegar un alarido que conectara a su hijo adolescente con el mundo de las obligaciones. Condición de no saber qué depararía el día era motivo para vivir. Vida certera, llena de certezas y previsibilidades. Un marido, un hijo adolecente y la seguridad de ser amada. Pero su hijo, tiempo infinitos de juegos en la nueva placa de video adquirida recientemente y su marido inciertos deseos adolescentes que se fugan mientras se dedica a la maqueta del Sputnick. Ni siquiera sé si esta bien escrito, tampoco tengo la obsesión de él para ir corriendo a googlear la veracidad de los hechos. En fin, aqui estaba esperando que el sábado a la noche, tras   dos horas de videos de Madonna le devolviera la vida que añoraba. Esa vida de ilusiones bolicheras que no había logrado concretar en una juventud cercana y que el paso de los años había logrado anular de la memoria cercana porque no habían sido tantas ni tan intensas las anécdotas  de la fiesta adolescente.

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