Salió, para descubrir subrepticiamente que el mundo estaba allí. No pretendia encontrar algo que estaba mas allá o más acá de la realidad. Sólo aquello que no tenía en la prosaica vida... Todas las mañanas despertaba para pegar un alarido que conectara a su hijo adolescente con el mundo de las obligaciones. Condición de no saber qué depararía el día era motivo para vivir. Vida certera, llena de certezas y previsibilidades. Un marido, un hijo adolecente y la seguridad de ser amada. Pero su hijo, tiempo infinitos de juegos en la nueva placa de video adquirida recientemente y su marido inciertos deseos adolescentes que se fugan mientras se dedica a la maqueta del Sputnick. Ni siquiera sé si esta bien escrito, tampoco tengo la obsesión de él para ir corriendo a googlear la veracidad de los hechos. En fin, aqui estaba esperando que el sábado a la noche, tras dos horas de videos de Madonna le devolviera la vida que añoraba. Esa vida de ilusiones bolicheras que no había logrado concretar en una juventud cercana y que el paso de los años había logrado anular de la memoria cercana porque no habían sido tantas ni tan intensas las anécdotas de la fiesta adolescente.
lunes, 17 de marzo de 2014
Convulsiona
Salió, para descubrir subrepticiamente que el mundo estaba allí. No pretendia encontrar algo que estaba mas allá o más acá de la realidad. Sólo aquello que no tenía en la prosaica vida... Todas las mañanas despertaba para pegar un alarido que conectara a su hijo adolescente con el mundo de las obligaciones. Condición de no saber qué depararía el día era motivo para vivir. Vida certera, llena de certezas y previsibilidades. Un marido, un hijo adolecente y la seguridad de ser amada. Pero su hijo, tiempo infinitos de juegos en la nueva placa de video adquirida recientemente y su marido inciertos deseos adolescentes que se fugan mientras se dedica a la maqueta del Sputnick. Ni siquiera sé si esta bien escrito, tampoco tengo la obsesión de él para ir corriendo a googlear la veracidad de los hechos. En fin, aqui estaba esperando que el sábado a la noche, tras dos horas de videos de Madonna le devolviera la vida que añoraba. Esa vida de ilusiones bolicheras que no había logrado concretar en una juventud cercana y que el paso de los años había logrado anular de la memoria cercana porque no habían sido tantas ni tan intensas las anécdotas de la fiesta adolescente.
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