miércoles, 25 de junio de 2025

En el país de las vacas.

 


En el país de las vacas.


Era la patria lo que sonaba de fondo en mi casa, mientras el viejo hacía el asado en el garage, con una parrilla transportable: el prodigio de la avanzada metalúrgica argentina. Era el último diseño de modernidad de los 70 y hoy en día, con materiales menos nobles y chapas relucientes, la siguen fabricando, ya no las manos argentinas, sino los chinos. Era la patria, la parrilla industria argentina y el asado que todos los domingos comían los trabajadores de aquella industria. Era la patria, la chacarera de fondo y Larrea en la radio. Landriscina contando sus cuentos, o el viejo Carrizo con su hablar pausado y su tono grave, educando al pueblo. Era patria la necesidad de sostener los símbolos, la cultura, las costumbres. 

Llegaron los mass media, la globalización, la tecnología. El mismo guante, supuestamente tejido en Tilcara con lana de vicuña, se encuentra en el Once, importado de China. Todo tiempo pasado no fue mejor, pero teníamos la certeza de la identidad: el mate, el asado, el folclore. ¿Cómo osar decir, en la actualidad, que el asado es una costumbre argentina de los domingos, cuando apenas, y con suerte, representa una comida festiva, para los cumpleaños, Navidad y Año nuevo? Mi patria no se ilustra con un pedazo de carne, esa es la metáfora que concentra la posibilidad de comer en el granero del mundo y la felicidad de trabajar. 


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