Salió de la habitación convencida de que nada podría parar ese impulso
casi suicida de romper con el mundo y descubrirse autosuficiente.
Demostrarle que podía soportar los embates más agresivos que el afuera le
deparara a aquél convencido de que el todo o la nada son la misma cosa. El
agravio comenzó en el momento en que era poca cosa para pararse y decir
¡basta!. Y quién lo había determinado? ¡Progenitores! denme la fuerza que rompa
las cadenas de la dependencia absurda que es la única dependencia: la
emocional.
Estupideces... escribir incoherencias intentando aclarar la cabeza del
cuarentón resignado por el paso del tiempo. Tirar cuadernos maltrechos llenos
de la misma perorata insulsa intentando hacer terapia o creerse decir algo
creativo que salve esta podredumbre del alma.
No podía abandonar la cama, sitio de segura oscuridad frente al brillo
intenso de la vida que se despierta presta a hacer el amor una cálida mañana
setembrina. Dulce decrepitud de las almas que no pueden doblegarse al tiempo
que candentemente las llama a sentir la penetración, el contacto de las pieles
desplegadas, las arrugas frotándose histéricamente para finalmente sonrojarse
de emoción ante el encuentro. Respiración acelerada y el relajo final, la paz
que embarga, embriaga, abre la degustación y los sabores. Los aromas del sexo
reconfortante, narcótico. La vulva se contrae rítmicamente recordando los
momentos de placer abandonados por la miseria del sentir menoscabado del vivir.
No saber vivir es un problema para aquellos que no tienen necesidad de salir a
pelear día a día el hambre y la codicia de estar vivo. No uso las comillas
porque no es un eufemismo, es la cruda realidad de una vida mísera e hipócrita
que se conforma con el automatismo de salir a diario a espera que el mundo
llene un vacío e inconformidad extrema. El vacío del ocio y la falta
satisfecha, la neurosis de los días acomodados y sin necesidades. ¿Cómo
transitar la comodidad de no sentir, no desear, no olvidar? No olvidar, para
tener al menos una excusa para sufrir. No desear por la plenitud de la morada
conquistada y finalmente no sentir porque en el deseo radica la emoción. El
deseo se pierde en elecciones invisibilizadas por la estupidez, el egoísmo o la
ridícula malacrianza del hijo único. Sentir el absurdo de las palabras no leídas,
palabras lanzadas al espacio y energía perdida en el transcurso de una
vida no vivida. Tirar las palabras, botar la vida hacia un infierno
interminable de vueltas sobre los mismos temas: ¿qué es vivir, cómo hacer que
valga la pena, cómo no desperdiciar la vida, la soledad, el amor, las raíces
y el origen...?
Tirar, dejar salir y toda la sarta de recomendaciones del terapeuta.
Pero... dónde van a parar las canciones, los poemas, la barrabasada de palabras
agolpadas, que tiramos a la papelera de reciclaje? La papelera que hace ruido a
desecho cuando la vaciamos de los vicios y perversiones diarias mandará al
infernal hoyo la sarta de melancolía y tristeza acumulada? Por qué no puede
hacer lo mismo mi alma y librarse de lo acumulado para destripar el sentir de
una buena vez?...
No pasa nada, ni nadie pasa... Imaginar que el mundo allá afuera pasa.
Pasan los años, pasan las personas curiosamente tan distintas a lo que eran,
pasan. Cómo pasajera en tránsito perpetuo...pasaremos hasta poder ver la
Supernova que venga a fracturar el continum del tiempo. Viviremos una
vida que ya está siendo observada o vivida en otra estrella? Dime tú, si estás
ahí, que es lo que espera?.
Nunca sucedió la respuesta. "Ave María, madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores...". Nunca diste una respuesta a ese inocente que te
exigía una señal. Los libros, la música, el mirarse para adentro fueron las más
auténticas señales de estar vivo.
Yendo de la cama al living, sientes el encierro, el ahogo de ser. Ser es
insoportable y seguimos con las citas alucinadas de un cpu recalentado. Y
podríamos pensar en un viaje esquizoide, símbolos de paz que se mezclan con una
noche 3AM cuando nadie se dio cuenta que el tiempo era una herida.
Llaga que se relame y ausculta en la historia para regodearse y volver.
Lástima nacer y no salir con vida, esta maldita melancolía exhibe su grotesca
orfandad.
No hay más tiempo que esperar.
Sé que necesito sanar y las palabras lanzadas a las redes que no lee
nadie, y que cuando leen las versiones más catastróficas se mezclan con
decisiones que aún reclaman su tiempo para concretarse. Una insólita voz
preocupante desuella temores de aquello que vengo advirtiendo tendrán lugar.
Celebrar la vida, disfrutar los logros, DISFRUTAR???
No hay comentarios:
Publicar un comentario