lunes, 8 de mayo de 2017

Solipsismo I





Salió de la habitación convencida de que nada podría parar ese impulso casi suicida de romper con el mundo y descubrirse autosuficiente. Demostrarle  que podía soportar los embates más agresivos que el afuera le deparara a aquél convencido de que el todo o la nada son la misma cosa. El agravio comenzó  en el momento en que era poca cosa para pararse y decir ¡basta!. Y quién lo había determinado? ¡Progenitores! denme la fuerza que rompa las cadenas de la dependencia absurda que es la única dependencia: la emocional.

Estupideces... escribir incoherencias intentando aclarar la cabeza del cuarentón resignado por el paso del tiempo. Tirar cuadernos maltrechos llenos de la misma perorata insulsa intentando hacer terapia o creerse decir algo creativo que salve esta podredumbre del alma.

No podía abandonar la cama, sitio de segura oscuridad frente al brillo intenso de la vida que se despierta presta a hacer el amor una cálida mañana setembrina. Dulce decrepitud de las almas que no pueden doblegarse al tiempo que candentemente las llama a sentir la penetración, el contacto de las pieles desplegadas, las arrugas frotándose histéricamente para finalmente sonrojarse de emoción ante el encuentro. Respiración acelerada y el relajo final, la paz que embarga, embriaga, abre la degustación y los sabores. Los aromas del sexo reconfortante, narcótico. La vulva se contrae rítmicamente recordando los momentos de placer abandonados por la miseria del sentir menoscabado del vivir. No saber vivir es un problema para aquellos que no tienen necesidad de salir a pelear día a día el hambre y la codicia de estar vivo. No uso las comillas porque no es un eufemismo, es la cruda realidad de una vida mísera e hipócrita que se conforma con el automatismo de salir a diario a espera que el mundo llene un vacío e inconformidad extrema. El vacío del  ocio y la falta satisfecha, la neurosis de los días acomodados y sin necesidades. ¿Cómo transitar la comodidad de no sentir, no desear, no olvidar? No olvidar, para tener al menos una excusa para sufrir. No desear por la plenitud de la morada conquistada y finalmente no sentir porque en el deseo radica la emoción. El deseo se pierde en elecciones invisibilizadas por la estupidez, el egoísmo o la ridícula malacrianza del hijo único. Sentir el absurdo de las palabras no leídas, palabras lanzadas al espacio y energía perdida en el transcurso de una  vida no vivida. Tirar las palabras, botar la vida hacia un infierno interminable de vueltas sobre los mismos temas: ¿qué es vivir, cómo hacer que valga la pena, cómo no desperdiciar la vida, la soledad, el amor, las raíces  y el origen...?

Tirar, dejar salir y toda la sarta de recomendaciones del terapeuta. Pero... dónde van a parar las canciones, los poemas, la barrabasada de palabras agolpadas, que tiramos a la papelera de reciclaje? La papelera que hace ruido a desecho cuando la vaciamos de los vicios y perversiones diarias mandará al infernal hoyo la sarta de melancolía y tristeza acumulada? Por qué no puede hacer lo mismo mi alma y librarse de lo acumulado para destripar el sentir de una buena vez?...
No pasa nada, ni nadie pasa... Imaginar que el mundo allá afuera pasa. Pasan los años, pasan las personas curiosamente tan distintas a lo que eran, pasan. Cómo pasajera en tránsito perpetuo...pasaremos hasta poder ver la Supernova que venga  a fracturar el continum del tiempo. Viviremos una vida que ya está siendo observada o vivida en otra estrella? Dime tú, si estás ahí, que es lo que espera?.
Nunca sucedió la respuesta. "Ave María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores...". Nunca diste una respuesta a ese inocente que te exigía una señal. Los libros, la música, el mirarse para adentro fueron las más auténticas señales de estar vivo.
Yendo de la cama al living, sientes el encierro, el ahogo de ser. Ser es insoportable y seguimos con las citas alucinadas de un cpu recalentado. Y podríamos pensar en un viaje esquizoide, símbolos de paz que se mezclan con una noche 3AM cuando nadie se dio cuenta que el tiempo era una herida.
Llaga que se relame y ausculta en la historia para regodearse y volver. Lástima nacer y no salir con vida, esta maldita melancolía exhibe su grotesca orfandad.
No hay más tiempo que esperar.

Sé que necesito sanar y las palabras lanzadas a las redes que no lee nadie, y que cuando leen las versiones más catastróficas se mezclan con decisiones que aún reclaman su tiempo para concretarse. Una insólita voz preocupante desuella temores de aquello que vengo advirtiendo tendrán lugar.
Celebrar la vida, disfrutar los logros, DISFRUTAR???

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