viernes, 12 de diciembre de 2014

La vida en un día

Y cuando me dijiste que aquello representaba un  momento, un instante de eternidad imaginé que Dios se había hecho presente entre nosotros... creí que por un breve segundo de felicidad el fracaso de los progéneres se vería ocultado tras un objeto misterioso contenedor de la vid. Sospechosa indagué en recuerdos olvidados, en memorias dibujadas, no logre encontrar la fracción de paraíso que nos acerca a la ilusión de estar vivos. El grito desgarrado de las ausencias en la maternal discordia de los hechos, el inocente silenciado tras el amor prepotente, el recelo olvidado en el encuentro fraternal de miradas, de los años compartidos, de los sueños sustanciados, de dolores afrontados. Y  tu voz potente que se subleva sobre todo y no deja las almas reposar porque como siempre la violencia de los cuerpos se repliega sobre el dolor anulándolo. Y tu mirada que me dice que no existo porque lejos has quedado de la ternura para transformarte en el rencor anidado de los tiempos, en la soledad acostumbrada y la misantropía utópica regodeada de vanidad. Sepultado te dejé, asolada, desvinculando el cielo del hades funesto que me espera por desear el cinismo que me acerca. El objeto fue testigo actancial de la vida sospechada, deseada, intuida, proyectada, anhelada pero jamás logrará pertenecer al recuerdo desbordado de alegría infantil.

1 comentario:

  1. yo si me acuerdo de tomar la leche en esa taza...mintras se mataban en la cocina...loco no?

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