jueves, 1 de diciembre de 2016

La tristeza corroe el alma




Responsabilidad de los cuerpos: comparten el peso
 de la  vida anquilosada y resuelta,
de las puertas a una paz lábil y escueta; 
un enemigo en lucha siniestra.
 El mandato incesante del miedo
frustración ante el encuentro perimido 
creación  bajo la palabra cautiva
reprimido goce contra el deseo.
Y la acción es la queja impoluta
 la infelicidad aceptada por el mísero. 
Entregar,  aprisiona el ser querido
enseñar, domestica el rebelde suicidio.
 Tradición doctrinaria, herencia infiel: 
Cultivando  la búsqueda neurótica 
la locura regala llanto, exorciza
los vejámenes y la fuga,
son lectura, las palabras transfiguran .
Y los cuerpos escapan
reniegan en busca de lo propio
pero nada encarcela esas almas
no hay mandato ni enemigos
no exigencias ni trabajos
solo el miedo  ridículo: fragilidad
 de la vida no vivida. 

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