jueves, 23 de julio de 2020

Asidonia





Asidonia

Tenía la manía irrefrenable de llenar la copa de cubos de hilo y completar, luego, el espacio sobrante con el licor etílico hasta desbordar. Su dedo se colocaba sobre el borde que sobresalía y lo hacía girar, alucinadamente, hasta lograr de a poco que el brandy de jerez oscuro y meloso clareara.  Así, tomaba un tono aguachento, traslúcido, propio de aquellos que no saben disfrutar de lo puro y tienen la necesidad de doblegarse en la frontera. Desde tiempos inmemoriales, lucha por no diluirse y perecer en el mar de tinta inútil. Ahora, añora despertar en la penumbra de la península, dentro del sólido mazacote de roble, flotando ella dentro de la bota.


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