Romería agonista
Perdonad esta obscenidad de la no vida,
esta muerte obsecuente trasgredida…
En tiempos descomunales que arbitran
¿no será demasiada esta agonía?
Invocación
¿Los poetas y los músicos
podrán explicar el modo
en que un ser injusto
termina en ser impoluto?
El modelo de la vida
parece trocarse atento
a las horas que mediante
le queden a su lamento.
Oración
Ruego el día que me lleves
que no me harás ver sufrir
aquellos que con ciernes
dieron frutos a mi existir...
¿Por qué no te desangras en espacios inalcanzables?
¿Los gozos agotados fueron perdurables?
¿Aquellos tiempos derramados de dicha
que sufriente te alzas sin vergüenza y sin prisa?
¿Fue conocimiento de la materia corruptible
conmoción frente a lo desconocido que inhibes?
Llegan las horas en que presentándose lo sabes
y extasiado te entregas
y perturbado reniegas.
Esta paz tan ansiada no es esperable
dudaste de quien te hable
huiste de quien te quiera
odiaste por odiar a cualquiera.
Valoro el resquebrajo de los vicios
tolero el desencanto de los jóvenes,
ansío el despertar sabio del nido,
transito el desperdicio de los goces,
me engaño en las mañanas rutinarias,
me mezclo entre la gente, el artificio
y busco las razones ordinarias
de vivir disfrutando de estar vivo.
No encuentro argumentos, los motivos
me hundo en desamparo, necesito...
Necesito del origen fausto, emotivo
de ser parte de los tuyos y de los míos
de las historias de los tiempos añorados
genealogías rechazadas de olvidos
vergonzosa matriz ocultista doblegada
que presentas a la bruja encantada.
Recordando el rechazo a ser parte
descuidando los engaños al pasado.
Yo te conjuro y te reniego
no te presentes como encanto menoscabo;
eres sólo ilusión de niños viles
yo un proyecto, justo a punto de ser esclavo.
Destacado a la memoria te destierro;
no serás parte del presente añorado.
Y entre lágrimas mi cuerpo pide sangre
de mi sangre, de la tuya me he olvidado:
para que te pierdas, esfumarte entre las cienes;
para no saber jamás de blancos desencantos;
para que el dolor no atraviese mi condena
de ser sola, solamente me he engendrado.
Porque ya tus células perecen
en mentadas letanías prejuzgadas
y tu cuerpo pertenece melómano
de un rictus locamente preanunciado
que te invade impasible, inevitable
como a todos ha de embargarnos el desencanto.
Perderemos elixires de pasiones
lucharemos por gestar recuerdos vanos
pero finalmente alcanzaremos el lugar
aquel espacio postergado
donde guardan sus raíces quien la sienta
desde siempre, por los tiempos, con los años…
no aquellos que hicieron surcos
estériles, corazones destrozados, secos,
sangrados.
A otro estrato cuasi informe muy lejano
iré sola, iré firme y sin pensarlo.
Es el sol que me desnuda subrepticio;
es el rayo que me dice que ahí hay vida;
es tu cuerpo yerto informe que descansa
en el rostro... ¿dónde está tu alma?
Dónde anda esa infame rencorosa de destierros
siempre sola, siempre hambrienta, siempre en andas.
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