Al Maestro
Yo quisiera regalarle algo
a mi seño… mañana es su día… cuando yo cumplí años ella se acordó! Miró el
cartel que habíamos armado entre todos, dónde habíamos puesto el nombre de cada
uno y su fecha de cumpleaños y ella se acordó!! Puso el día, dijo que
abriéramos el cuaderno y pidió a todos que miraran el almanaque y se fijaran
que día era hoy: El cumple de Clarita Ezcurra!! .
Anoche me acosté dando
vueltas en la cama y pensaba y pensaba, y me dormí pensando y la ví envuelta en
flores como le gusta a ella venir, todos los días con una pañoleta de colores diferentes,
combinando sus uñas cada una de un color diferente con el color intenso de sus
labios rojos y la pañoleta de colores haciendo juego. Y ni les cuento cuando trae
un perfumito que ya nos dijo que tiene poderes mágicos, cuando terminamos de
copiar a tiempo nos rocía, hacia el aire, y el olorcito se expande en el ambiente un
aroma especial que nos hace especiales porque sabemos que en ese instante… ¡que
no vuele una mosca porque se viene la hora del cuento! Y allí nos quedamos
todos, cómo que va a aparecer un fantasma por la puerta escuchando atentamente
pero inevitablemente aparece alguien, siempre alguien aparece… y el cuento se
corta pero la seño no se enoja porque seguro que nos cambian el tubo de luz,
pero otras veces sí se enoja, porque se tiene que poner a leer algo que le
manda la directora con una de las porteras y ahí, cuando mi seño se enoja y
encima se cortó el cuento yo también me enojo pero enseguida suena el timbre de
recreo y se nos pasa. Salimos al recreo y yo pienso que ella se acordó de mi
cumple y agarro las dos monedas de un peso que me quedaron de los mandados y
compro en el quiosco dos chicles y uno se lo regalo a mi seño. Y de repente me pasa por al lado la
del año pasado, con su pelo lacio larguísimo, tan largo que me hace acordar a Razpuntzel y me la
imagino, tirando su trenza salvadora para poder encontrarse con el príncipe. Pero
estos momentos duran poco dado que ya pasó Roberto por al lado corriendo a las
patadas limpias con Faustino y entonces se escucha a lo lejos la voz de la
bruja diciendo “terminó el recreo” y ahí suena de nuevo el timbre y todos
salimos corriendo como si realmente un ogro hubiera aparecido para comernos.
Esto también dura unos breves instantes, el griterío es interminable y la
sensación de seguir corriendo y que no descubra que no hicimos caso es más
emocionante que el miedo que pretende infundirnos con su presencia. El griterío,
las corridas y empujones son lo más divertido de salir al recreo pero no se
compara al momento en que entramos al salón y aparece la bruja, ¡realmente
aparece! para terminar el cuento que quedó pendiente, aparece y nos dice con
esa voz que la seño sabe imitar: los comeré a todos!!! Y ahí, si me da miedo,
parece que la seño se trasforma, pero es un ratito nomás y se me pasa.
Y vuelta a casa y debo pensar cómo hacer. Mañana es
el acto del Día del maestro y seguro Etelvina, le va a regalar algo lindo,
porque ella siempre le lleva algo que su mamá le compra para la seño, porque su
mamá siempre le compra cuadernos de tapa dura y ya forrados, con etiquetas de
princesa. A mí no me importa mucho eso, pero si me da bronca porque cuando ella
borra no se le hace un agujero como a mí y la seño siempre le pone excelente. Escucho a mi mamá todos los días sacar
corriendo al perro de los malvones, pero
esa mañana tome coraje. En puntitas de pie con un pan en la mano para que Mendieta
no me delatara, me arrimé al malvón y arranqué una ramita. La escondí cautelosamente en la mochila pero
entre tanto manual que tenemos quedó medio apretada.
Llegué a la escuela y fué la sonrisa de su pelo
enrulado, fueron sus pecas que le cubrían el rostro, fueron sus ganas de
mostrarme algo que nos había traído para hoy, que me hizo abrir la mochila rápidamente,
justo cuando Etelvina le daba un regalo en papel celofán todo envuelto y yo le gané y le dí a mi seño el ramo de
flores que ella agradeció con muchos besos y abrazos dejando a un lado el
celofán que llevaba más tiempo abrir. Y entonces, fue ese día, cuando volvía a
casa y Mendieta estaba atado por haber
roto las plantas, que me dí cuenta de lo
que quería ser cuando fuera grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario