miércoles, 14 de septiembre de 2016

Luzbelita


                                                                    Lunes, 12 de Setiembre 2016. González Catán

Fiscalía N° 1 La Matanza. Pichincha y Varela. San Justo.
Tengo 12 años. Tengo que contarle mi historia porque ya varias veces ustedes han citado a mi mamá a esta oficina, a mí me han dejado sentada en el pasillo y cuando salimos de ahí siempre un problema. Que la guita no alcanza, que tu padre no sé dónde anda, que la escuela no la ayuda…
Un día la Directora del colegio me llamó a la dirección para preguntarme si andaba todo bien por casa. ¿Qué sabía, qué había pasado?. Vivo en el Partido de La Matanza, siempre pasa algo… A veces te enterás que el vecino del fondo tuvo que mudarse porque se peleó con otro y vino todo el barrio a quemarle la casa, otras veces es mi amiga,  la que no vuelvo a ver porque la madre debió mudarse porque el padre abusaba de ella…
Esta vez me tocó a mí. No sé por qué razón pero ya empecé cuarto grado cinco veces en siete escuelas diferentes. Vamos para acá, vamos para allá y ese hijo de puta de Roberto que no me deja en paz. Que tráeme vino, que vení y sentáte acá, que hacéme caso, que lava los platos, y tras el revoleo de patadas o el empujón,( porque yo no tengo ganas de que me anda mandando),  encima a mamá siempre le anda diciendo cosas, que con quién andas, que qué hiciste esta tarde…
Y dale que vamos de un lado para otro, que a la casa de la abuela, vuelta con el Roberto, que a la casa del abuelo en capital y otra vez el Roberto maldito.
El otro día escuché que se cumplía un aniversario por la muerte de Roberto Sánchez… igual que el Roberto… pero estaba allí sentando, sonriendo con la noticia, le había causado gracia… a mí también!
Un día más  ingresé   al 4° grado A turno mañana. Esta vez fue mi tía que me llevó al colegio porque me veía en la casa todo el día y el maldito encima mío.
La niña fue inscripta por la Sra. B quien refiere ser la tía de la niña. Concurre con un pase de la EP N° x, sita en Barrio x, Km x, Gregorio de Laferrere.  La Sra B se hace presente en el Equipo de Orientación Escolar de la EP x para comunicar que la niña era golpeada y maltratada por su madre la Sra. C.
Nuevamente lo primero que pasa cuando entro a una escuela nueva es que tengo doce y aún no logre pasar de cuarto grado. Esto hace que empiece a escuchar que “la mando al gabinete, para ver que pasa ahí”…. Después de este primer día de clase citan a mi mamá y dale que va, todo empieza de nuevo, al tiempo otra oficina, el Roberto que va y viene y nosotras de la casa de la abuela a la del abuelo y de allí a lo del Roberto en Barrio Independencia.
Esta vez la tía se puso firme. Un día vino y le contó todo a la asistente social. Lo sé porque al otro día mamá estaba como loca, me dijo que a esa escuela no iba más y que si venía alguien a buscarla a ella o a Roberto saliera y les dijera que no había nadie.
Después de eso Leticia, mi mamá, (que le gustaba que le dijera por su nombre y siempre me decía que la podía llamar por su nombre porque aún era una chica joven y mamá la hacía sentir más grande) me propuso quedarme a vivir con la tía. Hablaron entre ellas, yo no sé muy bien que decían pero Roberto se escuchó varias veces. La tía era la hermana del maldito, pero conmigo era muy buena a pesar de mis primos que cuando ella no estaba aprovechaban para decirme  “¡sucia, andate a tu casa!”
-Yo con mis  tíos me llevo muy bien. Mi mamá debe resolver algunas situaciones…  
–¿Y cuáles son esas situaciones Luz?
-Mi mamá me golpea porque el Roberto se enoja conmigo porque no le hago caso.  No quiero vivir con ella, ni los fines de semana, me quiero quedar con mi tía. Roberto me reta cuando no hago las tareas o traigo malas notas
Me preguntaron también muchas cosas, que no quise contar porque ya las conté muchas veces y el maldito sigue ahí. No sé por qué mi mamá putea siempre repitiendo “que te voy a dejar con tu padre… ¡si supiera dónde está!”
El mismo día que entré a la escuela nueva con mi tía me la pasé en el gabinete, ni ganas tenía ya de ir al patio, no conocía a nadie y encima todos sabemos que si estuvo en el gabinete por algo raro es…
Me fui con la tía, pasaron los días y yo le decía que no tenía ganas de ir al colegio porque ahí no conocía a nadie, encima… si me preguntaban algo qué iba a decir …¿¡qué mi mamá me dejó con mi tía porque tenía unos problemitas!?. Llegaron las vacaciones de invierno, pasaron unas semanas de muchas lluvias… era imposible cruzar el campo sin quedar embarrado hasta las rodillas, así que de la escuela mucho no hubo. Un día apareció en la escuela, tras un par de meses, con alguien más.
La maestra me hizo juntar las cosas.  Vuelta al gabinete, ni sabía todavía cómo se llamaba mi maestra. No había ido desde hacía largo tiempo pero el tiempo había pasado porque esa panza con la que apareció Leticia no estaba la última vez que la ví. Aparentemente me quería llevar y como nadie la conocía en la nueva escuela no le permitieron que me retirara. La revuelta no se hizo esperar: atrás de ella apareció mi tía, una policía vestida de azul, otra que me llevó al patio y los gritos que se escuchaban desde lejos.
La Directora que hablaba del “Servicio Local de Protección de Derechos  del niño”  del km 29 de González Catán. Sé con perfección el nombre del lugar… cada vez que pisaba una escuela nueva caía en lo de Roberto o en lo de los abuelos una nota que yo trataba de descifrar para descubrir si la mandaba la maestra, la directora o quién. Tal vez, ese que Leticia dice que no aparece… ¿mi padre? No es acaso el maldito mi papá. Nunca le dije papá no sé muy bien porque, tal vez porque nunca tuve nada que decirle.
Y ahí mirá lo que me vengo a enterar y me lo cuenta la gordita de azul que se hacía la simpática para que yo le hablara y yo que ya no tengo más ganas de hablar de nada la escucho como desde debajo de la cama, en ecos que se pierden a través de la colcha que cae protegiendo el universo.
Ecos de que la tía es la hermana del maldito, claro, ya le conté señor juez esto, pero mire usted cómo me vengo a enterar que la tía  se había puesto de acuerdo con mis abuelos para tenerme en su casa mientras Leticia tramitaba su panza a punto de estallar. Me dice la simpática:
-Todos te queremos ayudar Luz. ¡Mirá cómo los abuelos ayudan a la tía para que a vos no te falte nada!.
La tía que no era tía, la abuela que va y viene y el maldito que no es nadie más que un maldito.
Y ahora quien es el que está por llegar, ¿mi hermanito?. En la escuela la maestra nos había contado un cuento sobre una nena que cuando le pasaban cosas que no quería se defendía gritando muuuyyyyy fuerteeeeeee!!!!
Ese día quería ser esa nena, la del dibujo con fondo oscuro que tiene una boca muy grande para gritar tan fuerte que arrasara todos los eucaliptos del campo y los caballos que pastan allí todas las tardes salieran volando por la fuerza de mi voz.
El eco y el aliento nauseabundo de la simpática me hacían pensar más y más en la idea. De pronto me di cuenta, la luz atraviesa los bosques cuando está saliendo el sol y venimos caminando por el campo para llegar a la escuela, da confianza en las noches en que se corta la corriente en todo el barrio y prendemos una velita hasta que se apaga y nos quedamos dormidos, la luz permite ver aquello que se esconde en la oscuridad,  y ¡Luz era mi nombre!.
Así que como la nena del grito pensé, pensé e imaginé tener un poder superpoderoso que irradiara luz para alejar las cosas malas, eso que me hacía sentir miedo en la oscuridad, las manos que se acercaban bajo las sábanas en medio de la noche. Era luz que con doce años me  había mostrado aquello que no podía ver porque no tenía aún este poder que tengo ahora de ver las cosas, por eso se lo estoy contando, Señor. Ahora puedo ver porque me di cuenta que tengo el poder de la luz. Leticia quiere que me vaya con ella, yo no quiero. Leticia me llevó al Durand y ahí vuelta al servicio local. Leticia está presente cuando Roberto me dice mentirosa y otras cosas y Leticia me mira, resignada y sin fuerzas.
-No quiero ir con Leticia le digo a la simpática que en el cono del eco ya no sé qué decía. Se escuchaba el tono de reto a Leticia, el tono de “te voy a cagar a trompadas de mi tío”… que no es mi tío…
Y el griterío seguía, y Leticia me agarra de un brazo y me arrastra a la parada del colectivo para ir a parar a vaya saber dónde con la panza y el maldito.
Y la luz se hizo presente milagrosamente, se apareció de repente tras el colectivo que se asomaba, se cruzó intempestiva, sin problema, rapidito, como me decía ella al cruzar la calle. ¡Rapidito, rapidito!, se atravesó en el camino de Leticia y sola quedé allí parada mientras los vecinos buscaban el cuerpo de Leticia una cuadra más allá la Luz se alejaba sin explicaciones, sin culpas ni rencores.


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