Mata el olor a tortilla en la ruta, salir con el alba
y al sentir el aroma, se enternece cualquier alma
Quitar las telarañas de las pestañas
y el rum.rum de los sueños malhabidos
que perturban, que designan la mañana
El
gustito del mate amargo, se suaviza con la amalgama
que provoca esa masa, grasa, mate, sal
¡Matanza mata!
Son las tripas que reclaman, llenar horas de fuerza bruta
laburante del conurbano pateando barriadas
de oficios inventados, changueando llegas a la ruta
coleccionando latitas, oficia de reciclador urbano
el conurbano no miente, la riqueza está en la gente,
prima un kilo de pan casero para llegar en invierno
entrega su cuerpo, su prole, sus sueños.
¡Matanza mata!
Aunque algunos quieran el nombre de esperanza
es el frío del campo a las 6 de la mañana
es el olor a carbón quemado en el rostro apesadumbrado
Son las zapatillas embarradas de largos trechos caminados
es el dolor del cuerpo tras la jornada de pastón en Belgrano
es la falta de agua, maldición de lo cotidiano
son los perros muertos de hambre, inocentes lastimeros…
¡Matanza mata!
Es el tajo indeciso del metrobús que divide, aísla, separa
Son las ganas de tener ese verde prolijamente preservado
el lugar de recreación que siempre ha sido negado
por decisiones arbitrarias. El pobre trabaja, no se relaja
¡No tiene derecho porque la vida se gana!
Un riacho cuya vena cancerosa alimenta
aquel bosque de eucaliptus y nativas,
pulmón henchido de presagios
de la ensoñación, del frescor de las caricias.
¡Matanza plagada de ruindades,
aloja el deseo de los mortales!