Sabés lo que me
esfuerzo en ser ese amor entregado, que te recibe con la concreción de tus
fantasías pero que no sabe cuáles son las propias, que no puede pedir
aquello que desconoce, que a lo máximo se anima a tocarse en soledad para
reafirmar el sentimiento de estar sólo y ser autosuficiente. Sabés la exigencia
que es despertar todas las mañanas tratando de estar contento de haber
despertado y no sufriendo el estar vivo para hacer una y otra vez las mismas cosas:
llenar la pava, tomar mate, salir corriendo, cumplir obligaciones, volver para
mirar la tele y el único momento de satisfacción y plenitud completa es
encontrarme con tu piel, respirar hondo una y mil veces, sentir que la
respiración me hunde en una fusión plena en tu cuerpo, en la paz absoluta, en
la sensación de muerte plena que recobro todas las noches para volver al
despertar diario. Te miro te busco, te
encuentro, te siento. Te palpito, te aspiro, te respiro, te huelo, te transito,
te recorro, te imagino. Te modelo, te acaricio y te amasijo. Te rasco, te
araño, te mordisco. Te marco, te alejo, te reprimo. Te reprendo, te celo, te
olvido. Te admiro, te deseo, te envidio. Te escucho, te tolero, te observo, te
oteo y relojeo mis miradas en tus pupilas me encierro.
Conmigo
cogés, con ellos reís, con él pensás, con todos creás, con otros compartís, con
aquellos soñás, con los mismos dialogás, con éstos discutís, siempre disfrutás
y solo a mi lado vivís.
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